La complementariedad entre coníferas (pinos silvestres) y frondosas (hayas) en el uso de los recursos disponibles, como el agua, puede aumentar el crecimiento de los bosques mixtos, formados por ambas especies, comparados con los bosques puros, aquellos integrados por una sola.

Sin embargo, la escasez de lluvias reduciría esta ventaja en aquellas especies que, como el pino silvestre, no toleran la sombra, ya que el aumento de la competencia por el agua no les permitiría aprovechar la menor disputa por la luz.

En cambio, para especies muy competitivas capaces de tolerar la sombra, como es el haya, los efectos de vivir en un bosque mixto son menos importantes.

Esta es una de las conclusiones alcanzadas por investigadores de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) y el Instituto Pirenaico de Ecología del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) tras estudiar, con datos de tres décadas, ambas especies en el Pirineo navarro, trabajo que se recoge en un artículo publicado en una de las principales revistas de Ecología del mundo, "Journal of Ecology", editada por la British Ecological Society.

Los autores del artículo son, por parte del Departamento de Ciencias del Medio Natural de la UPNA, Juan Blanco, Federico Castillo, Ester González, Bosco Imbert y Yueh-Hsin Lo; y, por parte del Instituto Pirenaico de Ecología, situado en Zaragoza, Julio Camarero y Gabriel Sangüesa, ha informado el centro universitario en una nota.

Según la autora principal, Ester González, "a los bosques mixtos de coníferas y frondosas se les considera, cada vez más, como ecosistemas que podrían proporcionar estrategias para adaptar la gestión forestal frente al cambio climático", pero en estos bosques mixtos son "poco conocidos los efectos combinados de la competición entre árboles individuales, el aumento de la concentración de CO2 atmosférico y el clima", añade Juan Blanco.

Para arrojar luz sobre esta cuestión, los investigadores de la UPNA y el CSIC reconstruyeron series con datos, obtenidos a lo largo de 34 años (desde 1980 a 2013), del crecimiento anual y de la eficiencia en el uso del agua en dos bosques mixtos de pino silvestre y haya de los Pirineos, situados en las localidades navarras de Aspurz y Garde.

También recogieron información de la competencia árbol a árbol (medida como el número de ejemplares vecinos y las distancias desde ellos a cada uno de los árboles estudiados) y las variables climáticas proporcionadas por las estaciones meteorológicas cercanas.

"Nuestro trabajo muestra cómo el crecimiento de las dos especies se redujo cuando la competencia entre los individuos de una misma especie aumentaba", según González, que constata que el pino silvestre se benefició de la presencia del haya, al existir complementariedad entre ambas, en el bosque situado a mayor altitud y con mayor precipitación de Garde, pero no en el bosque más seco de Aspurz.

Sin embargo, "el haya no presentó ninguna respuesta significativa a la presencia del pino en el mismo bosque, probablemente, porque las hayas son de por sí muy competitivas y pueden sobrevivir en ambientes oscuros creados tanto por pinos como por otras hayas".

Los investigadores también detectaron que el aumento de la competencia entre especies modifica la eficiencia en el uso del agua.

Así, "aunque los pinos son más eficientes en el uso del agua que las hayas, en los últimos años, las hayas han aumentado más su eficiencia, al parecer, para adaptarse mejor a los periodos secos. Esto se ha traducido en un aumento en el crecimiento en el bosque de Aspurz, más predispuesto a la sequía", según Juan Blanco.

A juicio de los autores del artículo, estos diferentes comportamientos tienen repercusiones en la forma en que estos bosques mixtos pueden soportar sequías, que se esperan sean paulatinamente más frecuentes debido al cambio climático.

"Esto ocurrirá, sobre todo, en los bosques que están en el límite sur de la distribución de estas especies, como es el caso del situado en Aspurz. Por ello, los efectos de la complementariedad de especies y su relación con el clima deben ser tenidos en cuenta para evitar sobreestimar el grado de fijación de carbono atmosférico que pueden realizar los bosques mixtos de coníferas y frondosas", concluye Ester González.