El pasado día 9 fue el primer aviso. Un fallo en el sistema informático central colapsó la emisión y dispensación de receta electrónica durante diez minutos. La escasa duración del contratiempo no causó excesivos problemas ni tuvo una gran repercusión en los usuarios. Pero lo peor estaba por llegar. Porque el error volvió a repetirse el pasado martes y, en esta ocasión, las consecuencias fueron peores.

Desde el Departamento de Sanidad se asegura que la caída del sistema no causó problemas graves a pesar de que el colapso se prolongó durante toda la tarde. Apenas pasaban unos minutos de las 16.00 horas cuando las boticas recibían la notificación, vía SMS, de que el sistema se había caído. Se ponía en marcha el plan de contingencia, que se prolongaría hasta casi las 23.00 horas. "Ha sido un caos, con cantidad de pacientes obligados a esperar dos días --el 29 era festivo en Zaragoza-- para adquirir sus medicamentos porque solo podemos dispensar los casos graves cuando pasa algo así", advertían desde una farmacia zaragozana.

Contingencia

El objetivo del plan de contingencia es asegurar el acceso de los ciudadanos a los productos prescritos que necesitan en aquellas situaciones en las que el sistema de dispensación de productos a través de receta electrónica no está disponible. Cuando una farmacia accede a este proceso debe notificarlo al Colegio de Farmacéuticos y, dependiendo del tipo de contingencia, necesitará una autorización por parte de Salud para poder dispensar el producto.

Sin embargo, el colapso generalizado sufrido esta semana afectó a todo el sistema de dispensación. Desde los centros de salud a cada botica de la comunidad autónoma. En estos casos, las farmacias no necesitan de autorización del Salud para expedir fármacos.

En contingencia, la dispensa experimenta modificaciones. Así, el paciente debe presentar la hoja de tratamiento activa en la que figuran todos los medicamentos prescritos. Además, mientras dura la situación de contingencia solo está permitida la dispensación de un único envase de aquellos productos con prescripción activa vigente cuya dispensación no pueda ser demorada --los urgentes--.

El farmacéutico anota si el paciente es activo o pensionista y, tras la dispensación, recorta una de las casillas situadas en la parte inferior de la hoja de tratamiento activa en la que figuran el código de identificación del paciente y el número de la hoja de tratamiento. Posteriormente, adhiere esta casilla con los datos identificativos de la hoja de tratamiento en la hoja de cupones y hace constar en el reverso o los datos identificativos de la farmacia o la fecha de la dispensación y los productos dispensados

Cuando se restaura el servicio, las boticas introducen en el sistema los datos de cada dispensación realizada durante la contingencia. Así, la farmacia accede al tratamiento activo del paciente a través del código del usuario que figura en la casilla recortada de la hoja de tratamiento y que se ha adherido en la hoja de cupones. Como el farmacéutico no puede saber en el momento de la dispensación que aportación debe abonar el paciente, está establecido que los trabajadores en activo abonen el 40% y el 10% para los pensionistas.

Errores continuos

Una vez arreglado el problema y concluida la situación de contingencia, las farmacias introducen toda la información de nuevo en el sistema. "Nos ha llevado varias horas, es un problema gordo", lamentaron desde una botica de la capital aragonesa.

El colapso del pasado martes fue, sin duda, el más importante acaecido en el sistema, que ya cuenta con un año de vida en algunos centros de salud zaragozanos. Pero no el único. De hecho, es la segunda caída desde que comenzó el año, aunque los problemas se remontan mucho más allá. "Hay que diferenciar entre el sistema y el programa. El primero es muy bueno porque evita la visita al médico, reduciendo las consultas y es más cómodo para el paciente, que solo tiene que acudir a la farmacia para buscar su medicamento. Además, elimina trabajo burocrático para los facultativos de atención primaria e incorpora al farmacéutico como un agente de salud, pero el programa es muy mejorable y deja mucho que desear", afirmó un médico de familia.

La opinión es compartida por muchos de sus colegas. "Acabas de los nervios casi cada día", asegura uno de ellos. Las razones son varias. "Es muy poco fluído, comete muchas equivocaciones y es muy poco interactivo, dependiendo de conexiones que a veces van muy lentas. También te obliga a identificarte cada vez que dispensas una receta. No tiene sentido", expresa otro médico de cabecera.

Pero hay más. "Los problemas con las farmacias son numersosos porque, a veces, a ellas no les aparece un fármaco que tú has dado de alta y eso provoca muchas interferencias. Es un martirio, un auténtico suplicio", sostienen los profesionales sanitarios, que, además, reclaman la intervención de la enfemería en la emisión de la receta electrónica. "Nos consta que este colectivo quiere ayudar, pero no les dejan".

Y, claro, el contratiempo se acentúa en épocas de máxima afluencia a los centros, como la actual. "En plena epidemia de gripe la situación te llega a superar", expresa un sanitario, que afirma que la caída del sistema y la consiguiente obligación a dispensar receta en papel "redujo mucho el tiempo que tardamos habitualmente en la emisión por vía electrónica".

Pero, pese a las continuas quejas expuestas a la Administración, "nos dicen que eso conlleva un gasto económico", apuntan los médicos, que insisten en que "son cosas muy lógicas que requieren de un análisis por parte de la Administración. Nos consta la existencia de un grupo de trabajo creado para recoger las incidencias, pero no se hace nada por resolverlas".

El récord

El caso es que el Departamento de Sanidad del Gobierno de Aragón minimiza la trascendencia de los problemas del sistema y se congratula de su aplicación "en tiempo récord". A finales del pasado año, la Administración dio por concluida la implantación de la receta electrónica en atención primaria en la comunidad. Entonces, el consejero, Ricardo Oliván, afirmó que se habían dispensado más de 1.200.000 recetas electrónicas en las tres provincias de la comunidad autónoma y se habían producido más de 13 millones de dispensaciones en 719 farmacias aragonesas, "cifras que avala el buen funcionamiento desde su implantación en febrero de 2012", indicó.

Según el consejero, lo heredado por el anterior gobierno no sirvió para nada ya que se tuvo que empezar de cero. "A partir de ahí hemos implantado la receta electrónica en tiempo récord", aseguró.