Lo más perturbador de los discursos-argumentario es que han estereotipado tanto la oferta política, la han simplificado con tanto ahínco, que en general han degenerado en una curiosa mezcla de medias verdades, mentiras piadosas, clichés para idiotas o, en el mejor de los casos, buenas intenciones destinadas a disimular las peores prácticas en la gestión institucional.

Hemos oído una y otra vez a los conservadores aragoneses proclamar que habían elaborado el presupuesto regional más social de la historia... mientras ejecutaban ajustes y recortes de récord. Hemos consumido grandes clamores por las enormes inversiones destinadas a la Tierra Noble por la Administración central... pero luego esas partidas quedaban sin ejecutar. La salvación de Teruel y sus cuencas mineras. La lucha contra la despoblación. El desarrollo de la economía rural. La puesta en marcha de grandes proyectos... Todos los gobiernos autónomos de los últimos decenios han vendido a través de sus aparatos de propaganda maravillas, supuestas verdades como puños, soluciones definitivas y planes acojonantes. Solo que al final, cuando ha llegado la hora de contemplar con un mínimo de realismo el día a día... de dineros y bondades, la mitad de las mitades. En todo caso, prácticamente no existen balances que evalúen la efectividad de la inversión pública. Por si acaso.

El presidente Lambán se ha definido a sí mismo como lo más de izquierdas que se pueda ser en estos tiempos. Muy social, también; muy pegado a los problemas de la gente. En su Gabinete, el Departamento de Economía dice promover el empleo digno, nuevas oportunidades laborales, el emprendimiento, el apoyo mutuo, la iniciativa... la mundial. Y no hay motivo para dudar de todo esto. Pese a la mala leche de la oposición conservadora o las reticencias de Podemos, hemos de suponer que en el Pignatelli se trabaja con ahínco y el deseo de ayudar a quienes más lo necesitan.

Sin embargo, en estos momentos y por causas que nadie atina a describir con una mínima precisión, el Instituto Aragonés de Empleo (Inaem) abona los complementos salariales a los centros especiales de empleo de la Comunidad con un retraso medio de seis meses... o más. No se trata de subvenciones ni de ayudas graciables, sino de una aportación pública normatizada que permite dar empleo estable a millar y medio de discapacitados aragoneses. Decenas de empresas activas, y algunas de ellas increíblemente eficaces, dependenden de que los compromisos de la Administración se cumplan. Pero no es así. De esta absurda manera, el mismo Ejecutivo que al parecer apoya (a veces enredándose en dudosas aventuras) la creación de empleo deja colgados a los trabajadores más vulnerables. ¿Es esto política social?

Se dice que estos atrasos, que vienen de largo pero cada vez son más y más extensos se deben a problemas burocráticos. Se dice también que ese dinero, en realidad, acaba sirviendo para tapar otros agujeros... En el bien entendido de que el mundo de la discapacidad aguanta lo que le echen. Pero a cualquiera le choca semejante diferencia entre el discurso y los hechos. Y en un Gobierno de izquierdas...