Aragón no tiene mar. Carece de litoral y de puertos marítimos. Sin embargo, los ríos, los canales y los embalses que abundan en la región conforman una especie de costa interior que explica que en la comunidad la práctica del buceo "cuente con una larga tradición", en palabras de Pedro Vas, técnico de Protección Civil e impulsor del decreto de la DGA que, desde el pasado 8 de junio, regula la formación de buceadores profesionales.

"No tiene nada que ver con el buceo deportivo ni con el científico", explica Vas. "El buzo profesional es alguien muy preparado que arriesga su vida en rescates en un medio hostil, en aguas por lo general turbias y frías".

También es un profesional la persona que usa el buceo para actividades laborales, como la inspección de presas, la realización de obras hidráulicas o el tendido de cables subacuáticos.

La nueva normativa, precedida por el traspaso de competencias del Gobierno central al aragonés, establece sobre todo la posibilidad de abrir centros de enseñanza homologados de buceo profesional. En Aragón, la Guardia Civil, el Ejército (Regimiento de Pontoneros de Monzalbarba) y el Cuerpo de Bomberos de Zaragoza se hallan en disposición de crear sus escuelas de buceadores profesionales.

"Con el nuevo decreto y con ayuda de la corporación municipal, el Cuerpo de Bomberos de Zaragoza está en perfectas condiciones para crear una escuela de buceo profesional", afirma Carmelo Ríos, instructor de los bomberos zaragozanos y director técnico de la Federación Aragonesa de Salvamento y Socorrismo.

El Cuerpo de Bomberos de Zaragoza tiene 40 buceadores especializados en rescates subacuáticos, pero el número de plazas es de 60. "Nuestros buzos --señala Ríos-- reciben formación específica para salvamento en aguas turbia y frías y en superficie, es decir, para rescatar a personas a la deriva".

Esfuerzo añadido

La inexistencia de un centro de enseñanza de buceo profesional en Zaragoza obliga a los especialistas a desplazarse a Barcelona para realizar cursos de aprendizaje y perfeccionamiento. "Esta situación ha sido para nosotros un grave problema, pues los viajes a Cataluña suponían un derroche de tiempo y de dinero", comenta Ríos, que posee el título de buzo de gran profundidad.

Pese a las carencias en formación, la escuela de Bomberos de Zaragoza no partirá de cero. Tiene instalaciones (en particular un foso de cinco metros de profundidad) e instructores. Pero será preciso invertir en la adquisición o modernización de elementos técnicos, como una cámara hiperbárica para la recompresión de los accidentados, sistemas semiautónomos de buceo y medios de comunicación subacuáticos.

"La escuela de buceo de Bomberos --asegura Ríos-- estará abierta al público, lo que quiere decir que toda persona con las aptitudes físicas y mentales que debe poseer un buzo podrá seguir los cursos que se impartirán para la obtención de hasta seis títulos diferentes de especialistas en buceo profesional".

El candidato a buceador profesional no sólo ha de dominar las técnicas de inmersión. La fortaleza y la resistencia son dos virtudes imprescindibles, pero no resultan suficientes. "Desde el punto de vista psicológico --subraya el técnico--, se requiere un equilibrio perfecto entre la serenidad y la valentía, ya que las condiciones de trabajo son muy duras".

"El trabajo --continúa-- se desarrolla en aguas frías, contaminadas, sin visibilidad y con la posibilidad de chocar con objetos voluminosos sumergidos o de quedarse atrapado en la maraña de vegetación del fondo o arrastrada por la corriente".

Entre los buzos de Bomberos existe la convicción de que la búsqueda de desaparecidos y el rescate de víctimas de inundaciones no es un trabajo para personas con afán de aventuras, por muchas cualidades psicofísicas que posean. "No es ése el perfil del buen buzo. Lo que se necesita es un tremendo espíritu solidario, un gran amor al prójimo, porque, por encima de todo, la nuestra es una labor humanitaria".