El británico Jonathan Stordy dirige desde hace dos años el grupo aragonés Ágora (La Zaragozana), una compañía familiar con casi 120 años de historia conocida comercialmente como Ambar, una cerveza que forma parte del imaginario colectivo de la comunidad. Aunque nacido en Roma y de nacionalidad inglesa, lleva más de dos décadas en España, de la que dice estar enamorado, al igual que de Zaragoza, donde se siente muy acogido. Tiene ante sí el reto de poner en marcha la nueva fábrica, levantada en el barrio de La Cartuja tras 70 millones de inversión y que estará plenamente operativa este verano.

-¿Cómo un inglés ha acabado al frente de la cerveza aragonesa?

-Es una suerte estar aquí, a donde llego tras 35 años en el sector de alimentación y bebidas. Es un orgullo ser el capitán de un barco en expansión como Ambar, un proyecto con una cultura atractiva y gente con talento. No es muy normal que compañías españolas tengan un director extranjero, eso da muestras del carácter internacional de la familia propietaria, que son aragoneses con un pasado en Barcelona y Francia.

-¿En qué ha centrado su gestión?

-Sobre todo en conocer a los trabajadores, el sector, la competencia y los clientes. Lo bonito del sector es que está cambiando: el consumidor cada vez pide más, lo que implica una mayor exigencia. Por eso hemos creado un plan a cinco años entre la dirección, la propiedad y la plantilla.

-¿En qué punto se encuentra esa estrategia de crecimiento?

-A mitad de camino. En cinco de los últimos seis años hemos sido la segunda compañía que más crece de las seis grandes del sector. Pero no somos complacientes, tenemos muchas áreas de mejora. En el 2017 crecimos un 11% y en el 2018, un 8%, cuando el sector lo hizo en un 4% y un 1%, respectivamente. Tenemos buenas perspectivas para el futuro, pero nunca tomaremos una decisión que no sea consistente con el largo plazo. Es la ventaja de trabajar en una empresa familiar y no en una multinacional, donde hay una cierta esclavitud del resultado trimestral, lo que lleva a tomar atajos.

-¿Cómo fue el 2018?

-Fue muy bueno, pero no podemos decir que todo va perfecto. Hay que aprender todos los días. La facturación rondó los 195 millones de euros, un 6% más respecto al 2017. Empezamos a ser una empresa mediana, no pequeña, y dos tercios de la venta son de nuestras cervezas.

-¿Qué resultados está dando el plan de expansión de Ambar?

-Es un plan ambicioso, pero eso no quiere decir que hay que estar en todos los sitios a la vez y con la misma intensidad. Estamos viendo donde la marca es más potente para priorizar las inversiones. La distribución se ha extendido a muchas zonas de España y hemos aprendido dónde tenemos que enfocarnos de cara al futuro. El objetivo es duplicar nuestra cuota nacional del 2% al 4% y eso se conseguirá intensificando la presencia en regiones y provincias prioritarias.

-¿Dónde tiene mejor acogida?

-En el norte de España. En Navarra, La Rioja y País Vasco tenemos un gran potencial y mucho que hacer. La marca ya es muy conocida en esos lugares, donde los consumidores aprecian la cerveza robusta, como la nuestra, que es la tendencia del mercado. Ambar está también muy extendida en Levante -sobre todo en Castellón-, Madrid, Cuenca o Ciudad Real. En Andalucía hemos empezado; en Galicia, vamos bien en Orense. Es algo progresivo.

-¿Y en Aragón?

-Tenemos en torno al 60% del mercado, más aún en Zaragoza, pero eso no permite dormirte en los laureles. Hay que ganarse al consumidor todos los días.

-¿Qué va a suponer la nueva fábrica de cerveza?

-Es emocionante ver el impacto sobre la calidad que vamos a experimentar. La capacidad de producción se va a duplicar, hasta 240 millones de litros al año, pero no estaremos a plena capacidad desde el principio. La actividad irá creciendo en los próximos años según la demanda. Esto puede llevarnos a ampliar la planta de envasado en un futuro.

-¿Cómo afecta al empleo?

-Hay beneficios, pero sobre todo estabilidad de empleo de cara al futuro. El grupo tiene en torno a 1.100 trabajadores y con oportunidades de ir a más por el proyecto de expansión y crecimiento.

-¿Cuál es la receta del éxito?

-Para hacer una buena cerveza hace falta la última tecnología para elaborar las mejores cocidas y jugos de fermentación y la mejor gestión de la levadura, pero también una filosofía artesana. Discrepo con el discurso de soy artesano y soy mejor que un industrial. Y con el que dice lo contrario. Como industria cervecera tenemos que integrar las dos vertientes: el dinamismo de las artesanas, que nos dan creatividad e innovación, y la profesionalidad, tecnología y experiencia de llevar más de 100 años haciendo cerveza. Nuestra empresa combina ambas cosas. Por eso, vamos a seguir haciendo producciones cortas en la antigua fábrica de San José, que es el corazón de la empresa. Cada Ambar que fabriquemos en La Cartuja llevará gotas de nuestra historia. Ambas fábricas seguirán conectadas.

-¿Qué planes tienen para esta histórica fábrica de San José?

-Cualquier plan que hagamos lo discutiremos con las autoridades. Tenemos ideas. Cuando las tengamos claras las compartiremos con las autoridades para trabajar juntos. Podemos ser un foco de turismo para Zaragoza y una referencia para los artesanos de cerveza, ya que es la fábrica más antigua de España. Lo primero es acabar la planta de La Cartuja y después, con el permiso y colaboración de todos, haremos cosas muy bonitas en San José.

-¿Se plantean abrir un ‘brewpub’ (microcervecería) en Zaragoza?

-Sería fantástico tener un local en la fábrica de San José donde se pueda disfrutar de la cerveza, pero siempre con mucho cuidado, diálogo y respeto a nuestros clientes de hostelería, con los que nunca competiremos. Lo que ha hecho Cierzo me parece fantástico y positivo para la cultura cervecera.

-¿Cómo será el 2019?

-Muy bueno. Con la nueva fábrica tendremos múltiples mejoras en producción. A nivel comercial, seguimos por tercer año con la campaña nacional de publicidad. Y también mejoraremos la red de distribuidores.

-¿Qué retos de futuro se marca?

-A largo plazo queremos ser una de las empresas familiares más admiradas y prestigiosas en Europa. Esto no es una cuestión de tamaño, sino de cómo haces las cosas. Estamos al principio de este viaje. El objetivo es seguir creciendo de forma firme y sólida otros 100 años más.

-¿El exterior es una prioridad?

-Estamos creciendo al 20% en exportaciones, pero son menos del 2% del negocio. No es nuestro foco, la prioridad es España.

-Cataluña es importante para el grupo por su marca Moritz, ¿le preocupa la situación política?

-Somos cerveceros y nos enfocamos en este mundo, pero es verdad que el momento político no ha ayudado a nadie, aunque vemos una ligera estabilización. Estamos muy orgullosos de nuestra conexión con Barcelona.