Pérdida de la orientación --o "conciencia situacional"--, mala coordinación entre los miembros de cabina, exceso de velocidad y de altura en varias fases de la aproximación, respuesta inadecuada tras el segundo aviso del sistema de alarma de proximidad al suelo...

El informe pericial que presentan hoy en Zaragoza los despachos Martín Chico & Asociados, Elan Abogados y el letrado Javier Moreno junto a su reclamación de responsabilidad civil contra la compañía aérea, la ucraniana UM Air, defiende la "cadena de errores" de los pilotos como causa probable de la tragedia del Yak-42, en la que murieron 62 militares españoles. Estos abogados representan a doce familias y exigen 12,5 millones de euros para sesenta beneficiarios.

El documento, que se basa en una de las dos cajas negras del avión y en la conversaciones de la tripulación con la torre de control, señala que los fallos comienzan veintiún minutos antes de que el avión se estrelle contra las montañas; justo cuando los pilotos inician una aproximación visual a la pista sin avisar a la torre y saltándose los patrones de navegación.

A partir de entonces, el exceso de altura les obliga a descender 1.400 pies por minuto, cuando los parámetros establecen un máximo de 1.000". Tres minutos más tarde, el Yak-42 sigue bajando por encima de lo permitido y desviado a la izquierda, lo que dificulta aproximarse con estabilidad a la pista. Unos segundos después se genera un grado de tensión tan elevado que acabará provocando la pérdida de orientación de los tripulantes.

En ese instante, el fuerte régimen de descenso activa por vez primera los sistemas de emergencia de proximidad al suelo (GPWS o Ground Proximity Warning System ), pero el comandante no inicia el procedimiento de aproximación frustrada hasta pasados treinta segundos. Y justo cuando la torre recomienda seguir los patrones visuales para acercarse a la pista, los pilotos deciden hacerlo instrumentalmente.

Durante los tres minutos siguientes, el avión llega a volar a 280 nudos, cuando la velocidad indicada es de 230, lo que provoca que se desplace a la derecha con respecto al procedimiento de aproximación frustrada.

Acto seguido, el piloto comete un fallo fatal al virar 190 grados en lugar de 90, como debía hacer para permanecer dentro de la zona de control del aeropuerto de Trabzon (Turquía). Además, mantiene una velocidad excesiva. El experto Orlando Jiménez, autor del informe, sostiene que en ese punto el comandante tenía que haber conectado el piloto automático para "planificar la segunda aproximación". A partir de ese instante, el Yak-42 se aparta por completo de la ruta establecida y pierde la "conciencia situacional".

Dos minutos y medio antes del impacto, la velocidad desciende a 250 nudos --por encima todavía de los 230-- y el suave viraje que realiza hacia la derecha denota que los miembros de cabina desconocen que permanecen fuera de ruta.

Un minuto más tarde, la tripulación pierde las señales de navegación al volar por debajo de la altura señalada y sobre terreno montañoso. Ahí, el piloto debía iniciar un ascenso inmediato ante la presencia de fallas, pero sigue sin advertir su error, aunque había perdido la capacidad de navegación por falta de información. Además, baja el tren de aterrizaje, señal de que piensa que está en ruta.

Treinta segundos antes del siniestro, el comandante desperdicia otra oportunidad para ascender, justo antes de que se activen de nuevo los sistemas de alarma por cercanía del aparato al terreno. Pero tarda diez segundos en "presionar los mandos hacia atrás --sólo al 80%--", cuando en ese caso debía aplicar potencia total de inmediato. En ese momento se da cuenta de la situación, pero su maniobra no logra evitar la tragedia.