Después de seis meses de investigación, el Seprona de la Guardia Civil ha podido concluir con éxito la operación Gladis, desarticulando dos bandas de origen rumano que pescaban de forma ilegal carpas y siluros en el río Ebro. Los ejemplares eran enviados a este país del este de Europa para el consumo humano. 1.400 kilos han sido decomisados y diez personas han sido imputadas como supuestas autoras de los delitos contra la salud pública, delito relativo a la protección de la flora y la fauna y otro de pertenencia a organización criminal.

El responsable de las pesquisas destacó a EL PERIÓDICO que el modus operandi de estas personas era el de pescar durante la noche, utilizando para ello medios masivos no selectivos que están totalmente prohibidos como son las redes. «Generalmente, los pescadores suelen emplear cañas, ya que su actividad responde a la pesca deportiva, pero en este caso no solo actuaban cuando no había luz, sino que además se llevaban todo», afirmó este agente, quien reconoce que es un detalle que da pistas y que también provoca alarma entre los pescadores habituales que colaboran con las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.

Tras la captura de los ejemplares, estas personas los introducían en vehículos y los trasladaban hasta el lugar base donde los evisceraban, limpiaban e introducían en cajas con hielo para preparar su traslado en furgonetas o camiones isotérmicos con destino a Rumanía, donde este tipo de ejemplares «son muy preciados». Una forma de manipulación, almacenamiento y transporte que, tal y como señaló este miembro del Seprona, «no reunía las condiciones sanitarias necesarias para el consumo humano». «Los conservaban con agua y hielo, de forma muy rudimentaria, y de esa forma enviaban los siluros y las carpas en unas furgonetas que tardan dos semanas en llegar a destino», apostilló.

Estas bandas tenían dos naves ubicadas en Figueruelas y en Villanueva de Gállego que eran sus centros de operaciones. En ellas localizaron 32 nasas (red de pesca de forma cilíndrica), cuatro barcas, dos básculas, diez redes, remos, 14 cañas de pescar, dos contenedores con agua y restos de sangre.

Además, el Seprona liberó 75 carpas, 10 siluros y un lucioperca que habían quedado atrapadas en unas redes en el Ebro.