El Ayuntamiento de Zaragoza acudió ayer a Madrid a una reunión con responsables del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif) y Renfe Operadora para comunicarles los resultados «excelentes» de la prueba de carga a la que se sometió el cajón ferroviario de Tenor Fleta. Sobre la mesa, la confirmación de que el proyecto de prolongación de la avenida, hasta conectar con el tercer cinturón (Z-30), sigue adelante y ultimar los últimos flecos de cara a elaborar el acuerdo de cesión de uso, que se comprometieron a firmar «en 15 días».

Esa es la fecha marcada por ambas partes para impulsar un proyecto estratégico en Zaragoza que por fin, tras muchos años de espera y de reivindicaciones por parte de los vecinos de San José, pondrá esta infraestructura en manos del consistorio para que pueda ejecutarse el proyecto que ya tiene elaborado y que cuesta 2,2 millones de euros y 12 meses de ejecución como máximo.

La firma de esa cesión es clave para que se cumpla un cronograma previsto por ambas partes y que fija «la última semana de este mes o la primera de junio» para sacar a licitación las primeras obras. Saldrá a concurso público, por parte de Adif, el derribo del puente que cruza el cajón de vías en Camino Cabaldós, por 300.000 euros, y al mismo tiempo, el consistorio lanzará otro con la construcción de la plataforma que conectará la avenida con la Z-30. Ambos calculan que el procedimiento administrativo, hasta que haya adjudicación definitiva, puede prolongarse unos seis meses, de manera que los trabajos se iniciarían, en ambos casos, a finales de año, y se ejecutarían «de forma coordinada» y a la vez. Con todo, el nuevo vial podría estrenarse «en septiembre u octubre del 2020». Al menos ya hay un horizonte próximo.

No hubo imprevistos en una prueba de carga que arrojó un resultado «excelente». Demostró que el cajón «está preparado para soportar el peso del tráfico» de una calzada con tres carriles. El test consistió en colocar camiones de 38 toneladas cada uno en dos puntos muy concretos, cuatro junto a la estación de Miraflores y tres en la zona donde se estrecha el cubrimiento. Se trataba de medir la deformación de la viga. El límite era de un centímetro y alcanzó solo 0,7.