El agua rica en cal, la enemiga del enfermo hepático y de las lavadoras, tiene también sus ventajas. Entre ellas, ser muy recomendable para reducir el riesgo cardiovascular. Y otra más, proporcionar calcio al organismo. Sin embargo, aquellos que sufren de colesterol se pueden decantar por el agua carbónica (con gas), que disminuye los niveles además de tener beneficiosos efectos digestivos. Son algunas de las claves que descubrieron ayer los ponentes de la jornada Agua ¿del grifo o embotellada? Pros y Cons", organizada por la Fundación Genes y Gentes.

Con el salón de Actos CAI casi repleto, los zaragozanos mostraron así el interés que despierta un tema polémico, en el que se aúnan factores tan diversos como la procedencia del agua, la eficiencia o la cultura social. "Empieza a haber una cultura del agua, incluso un snobismo", comentaba Rafael Izquierdo, director del Instituto Aragonés del Agua. Una idea que reafirmaron los ponentes al mencionar la existencia de botellas de agua con incrustaciones de Swarovski, agua volcánica o del Himalaya.

Las catas del líquido elemento tampoco son ya tan raras e incluso hay quien ya tiene una lista de favoritas. Un fenómeno que refleja la creciente preocupación de los ciudadanos por lo que consumen, ya que también el sector sanitario entra en juego.

"El agua es un alimento funcional", afirmaba María Pilar Vaquero, investigadora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y ponente de la mesa. Esto supone que no solo hidrata, sino que tiene determinadas funciones según su mineralización, lo que hace que la etiqueta de las botellas, o el conocer la composición del agua del grifo, tenga una vital importancia. "No se trata de elegir la que más minerales tenga, sino la que más se adapte a las necesidades", decía.

Con una didáctica exposición desmontó varios mitos, como por ejemplo las bondades de algunos minerales presentes en el agua embotellada. "El malo de la película es el sodio unido al cloruro potásico", afirmó, si bien precisó que cuando se presentan en solitario y unidos por separado con los "buenos" (el calcio, el potasio, el magnesio y el bicarbonato), no son tan perversos.

El agua con gas

Centrada en las aguas envasadas (aquellas en las que el consumidor puede conocer con detalle la composición), Vaquero explicó alguna de las excelencias del agua con gas (en concreto la Vichy Catalán, si bien precisó que hay muchas otras), con la que se realizó un estudio en mujeres postmenopáusicas y en jóvenes de ambos sexos. "Es buena para aquellos que sufren de reflujo gastroesofásico. Actúan además como protectoras del hígado y páncreas", indicó.

Interesantísimas aportaciones, pero en el auditorio todavía nadie sabía si decantarse por el grifo o la botella. "Yo opto por una combinación de las dos, el equilibrio", afirmaba Rafael Izquierdo, si bien decía que con la llegada del agua de Yesa "puede que haya un descenso de la envasada". Los ponentes bebían de botellines pero sin etiqueta. Seguirá la duda.