Calanda volverá a disfrutar del convento del Desierto. El edificio, en manos privadas hasta ahora, pasará al municipio después de que el pleno decidiera dedicar una partida de 93.000 euros a la compra del monumento, actualmente en manos privadas, pero abandonado y amenazado por la ruina. De hecho, es uno de los ejemplos de patrimonio público aragonés en riesgo de desaparición incluido en la lista roja de Hispania Nostra.

Con este gesto, que según el alcalde del municipio, Alberto Herrero (PP), es «muy demandado por la población», se pone fin a una etapa de abandono y peligro para las personas que solían penetrar en el interior del recinto, sobre todo en el contexto de celebraciones como los quintos. «Acudían a comer y pasaban al interior a pesar de las cubiertas deterioradas, los agujeros en el suelo y los aljibes sin cubrir», destaca.

A pesar de que el monumento cambia de manos según el acuerdo que se ha formalizado con los propietarios no está claro qué pasará con el mismo. Por el momento los únicos planes municipales pasan por la intervención de urgencia para evitar su ruina y por el vallado de un recinto de gran extensión con dependencias en diferente grado de conservación. Después se tratará de lograr algún convenio con otras administraciones públicas o con algunas fundaciones para tratar de convertirlo en un hotel de turismo rural, en una residencia, en usos culturales, en un parador o en algún atractivo económico para la zona. Pero eso es algo todavía lejano debido a la situación actual.

Negociaciones

«Era una reivindicación del pueblo y tras muchos meses de negociaciones hemos llegado a un acuerdo con la sociedad que lo compró en el 2016 y es un primer paso para seguir haciendo proyectos en este edificio, algo que no era posible mientras no fuera municipal», indicó Herrero.

El edificio, cubierto de pintadas en sus partes bajas, se encuentra en un paraje de pinos que puede servir como atracción turística, igual que pasa en otros municipios del entorno. «Existía cierta responsabilidad para actuar así, tanto en un sentido de defensa del patrimonio como de defensa general de la población», indicó el regidor.

El convento fue construido por la orden de los Carmelitas Descalzos y dedicado en su día a San Elías. Fundado en 1682 tuvo que ser reconstruido en 1708 tras un incendio durante la guerra de Sucesión. Curiosamente el nombre por el que se le conoce (del Desierto) no hace referencia al paisaje que lo rodea, sino a que en su día se encontraba en una zona extensamente deshabitada. En 1809 las tropas francesas lo saquearon, incendiaron y robaron parte de la biblioteca.

En 1835 se produjo la exclaustración y pasó a una familia de la nobleza local que con el tiempo decidió su venta. A pesar de su abandono, todavía conserva su estructura original con un enorme riesgo de ruina y de expolio. Y eso que fue declarado Bien de Interés Cultural en el 2004. El conjunto está compuesto por la iglesia, claustro y dependencias monacales.

El alcalde calandino confía en que en el futuro otras administraciones se impliquen con la recuperación y consolidación del recinto. En estos meses de negociación (la tasación inicial era de 145.000 euros) ya han pasado por la zona algunos grupos de inversión para tratar de definir la viabilidad futura de los proyectos que pueda albergar. Será el momento del renacer de este gigante del barroco.