Calanda, municipio turolense del Bajo Aragón, tierra de tambores y aquella que vio nacer al cineasta Luis Buñuel, prepara el momento más esperado para muchos, la Semana Santa, en la que tradición y sentimiento resuenan al unísono.

Una fiesta declarada de Interés Turístico Internacional que está cargada de simbolismo y en la que participan las nueve cofradías que existen en este pueblo de apenas 4.000 habitantes, que perpetúan tradiciones como la popular rompida de la hora.

"A la primera campanada de las doce del reloj de la iglesia, un estruendo enorme como de un gran trueno retumba en todo el pueblo con una fuerza aplastante. Todos los tambores redoblan a la vez. Una emoción indefinible que pronto se convierte en una especie de embriaguez se apodera de los hombres", describía Buñuel en Mi último suspiro.

Ese Viernes Santo, a las doce en punto del mediodía, un representante de la que se denomina como "cofradía de turno" y un invitado de honor tienen el privilegio de dar el primer mazazo al bombo, al que se une el redoble de tambores de una plaza abarrotada.

El invitado de este año no se conoce todavía, explica en una entrevista a Efe el secretario de la Junta Coordinadora de Semana Santa, Paco Navarro, ya que será anunciado, como manda la tradición, en las Jornadas de Confraternización de Cofradías del Domingo de Ramos.

El actor y director Paco Rabal, la actriz Charo López, el cineasta Carlos Saura, el cantautor Luis Eduardo Aute o el director de cine Fernando Trueba, son algunas de las personalidades que dieron ese mazazo inaugural en años anteriores.

En la Semana Santa calandina hay dos actos fundamentales, enumera Navarro, miembro de la Cofradía de Jesús Nazareno desde hace cuarenta años, secretario de la coordinadora desde hace treinta.

Por un lado, el principio, romper la hora y por otro, el final, en recuerdo a todos los fallecidos de Calanda y al sacerdote Mosén Vicente Allanegui, con la interpretación de la Marcha Palillera y el cese definitivo de los redobles.

"La rompida es más festiva pero a los calandinos nos gusta más el final", reconoce Navarro, "porque es muy emotivo, se reza por la megafonía municipal un Padre Nuestro en memoria todos los fallecidos del pueblo y se toca la Marcha Palillera, que es el redoble más bonito del tambor".

Un redoble que comienza a las dos menos cuarto del Sábado Santo y que dura un cuarto de hora, tiempo en el que "la gente echa todo el ímpetu, la fuerza y la ilusión del mundo", puesto que a las dos en punto cesan todos los redobles, describe.

Y es que, "la gente está muy unida, lo vive con mucho sentimiento y mucha emoción y participa en los actos todo el pueblo", describe Navarro, quien conserva su primera fotografía tocando el tambor cuando tenía sólo dos años.

"La Semana Santa es siempre lo mismo, pero siempre diferente: porque hay caras nuevas y circunstancias nuevas", explica el secretario de la coordinadora, formada por los Hermanos Mayores de todas las cofradías, el cura, el alcalde y el representante de la Ruta del Tambor y del Bombo.

Una ruta que tendrá lugar este año en el municipio turolense de Samper de Calanda y que servirá para calentar motores a la "cofradía de turno", que es la encargada de representar a Calanda fuera y de ayudar en la organización de muchos de los actos, este año la Cofradía de Jesús entrando en Jerusalén, la más benjamina del pueblo.

"Nuestros tambores han viajado por todo el mundo; han estado en Japón, Chile, Argentina, Alemania, Francia e Italia", rememora Navarro, quien recuerda que Buñuel era un "tamborilero muy aficionado" y que "en muchas de sus declaraciones ha dicho que los tambores han sido la fuente de inspiración de casi todas sus películas".

Una inspiradora tradición que no escapa de la modernidad, pues este año Calanda ha presentado un renovado logotipo que recoge lo que describen como los "elementos más característicos" de esta Semana Santa: "la rompida de la hora, bombos y tambores y la religión".