El debate sobre la peatonalización se reedita, cada cierto tiempo, en diferentes puntos de Zaragoza. No es nuevo, y casi siempre tienen un denominador común: comerciantes y vecinos no comparten el mismo punto de vista. Ventajas e inconvenientes sobre los que tomar posición. Ahora le ha tocado el turno a la céntrica calle Don Jaime I pero, con diferencias, no dista mucho de lo que se discutió en su día en la calle Delicias. Hoy, a pie de calle se ve como algo muy lejano pero, curiosamente, todos comparten la misma idea: "Hoy no se haría, no es el momento".

Lo afirman los que tienen negocio alí, en una calle por la que a diario pasan más de 30.000 personas, y los que no. Porque la suya se vivió con polémica y protestas pero luego, al menos en los primeros años, fue bien recibida. A pesar de unas obras de este vial que entonces tenía dos carriles de circulación, desde la avenida de Madrid hacia Duquesa Villahermosa, y en la que tuvieron parada líneas de bus tan utilizadas como la 24 o la 42.

De hecho, hacer lo mismo en la avenida de Madrid, con el futuro tranvía, empieza a generar el mismo temor que entonces en los comercios y les acerca a los de Don Jaime I. Porque "el tranvía solo beneficia a los vecinos de los barrios por los que pasa, los que necesitan el bus dejarán de venir".

Así lo asegura Joaquín Sánchez, dueño del puesto número 1 del mercado de Delicias, que vivió la peatonalización siendo su padre el que regentaba este negocio que lleva abierto "desde el principio". "En su día fue una ventaja, pero ahora es distinto, porque si todos los miembros de una familia trabajan es fundamental ofrecerles un servicio rápido y que les traiga directamente si tienen que coger el autobús". Por ejemplo, apunta que "antes venía gente de Parque Goya aquí, porque el bus paraba al lado, ahora ya no lo hacen porque tienen que ir antes a la plaza España en tranvía". Así que no es una cuestión de poner o no baldosas.

De aquella época solo continúan abiertos unos 20 de los 200 establecimientos que pueblan, y nunca han dejado de hacerlo, esta calle. Los de toda la vida saben cómo ha evolucionado. Recuerdan que "en su día fue un boom pero con el tiempo se ha ido diluyendo este efecto". Pero ahora, influido más por la crisis en el comercio y el envejecimiento del barrio por la fuga de la gente joven, esta calle es "de los turbodiésel". Así lo definen en el mercado de Quinto, donde un día estaba plagado de puestos y hoy solo quedan dos. "Porque andan mucho y gastan poco", explica el dueño de la carnicería.

La opinión generalizada entre los vecinos es que la peatonalización trajo "más seguridad y menos ruidos" y ha atraído otros: "menos aparcamientos y más suciedad". "Nos dijeron que ganaríamos más espacio y más tranquilidad, pero nadie nos explicó es que cambiaría el resto del barrio y quienes lo habitan", un comentario que resume el sentir de los más veteranos, que siguen viéndola con orgullo, pero que al comercio le está pasando factura. Solo la farmacia, el estanco, la tienda de cuadros y unos pocos más han sobrevivido. "Donde antes había inmobiliarias y administradores de fincas, cuando los pisos eran caros, ahora hay tiendas vendo oro o fruterías low cost", lamentan.

Al menos es de agradecer que en el caso de Zaragoza se consulte. En Huesca se ha impuesto y el pasado viernes había más de 600 personas protestando.