La sierra de Monlora es un rincón que llama a la calma. El arbolado, lo abrupto del paisaje y el notable monasterio de Nuestra Señora contribuyen a crear uno de los espacios más singulares de la comunidad. Solamente un detalle puede mejorar la experiencia de la vista: el encontrarse abierto un restaurante de cocina tradicional. Los gestores de la institución, los religiosos de una hermandad, lanzaron el anuncio y Ariana Paraíso, junto a su socio, recogieron el guante casi sin pensarlo.

Los anteriores responsables del restaurante del santuario de Monlora abandonaron y ha estado cerrada unos ocho meses. En ese tiempo, los motoristas, ciclistas o turistas que hacían cima en el estupendo mirador se encontraban con un monasterio levantado en el 1.500 y un entorno desde el que se divisa sin problemas desde el Moncayo a los Pirineos. Y los días claros hasta los Mallos de Riglos. Pero era necesario ofrecer algo más, también desde un punto de vista de la conservación, pues el patrimonio cuando se cierra a cal y canto comienza su deterioro. «Vimos el anuncio por internet y nos presentamos a ciegas en la puerta», explica Paraíso. Describe como «maravilloso» lo que se encontraron en la cima de la colina, con la carrasca centenaria presidiendo el paisaje.

Por el momento aún no han podido sentarse con un poco de tiempo para decidir el nuevo rumbo del restaurante. La actividad durante verano, como no podría ser de otro modo, ha sido intensa. Empezando por las romerías de Luna y Erla. «Todos los pueblos de los alrededores viven esto como si fuera algo suyo, es algo muy bonito, pues todos quieren que esté abierto y con vida», destaca. En las fiestas se repartió tarta y sangría en abundancia.

Los nuevos gestores del restaurante ya tienen experiencia en el sector. Por eso prometen que su etapa irá mucho más allá de la propia restauración. Ya tienen en mente crear una asociación sociocultural, que llamarán Atalaya Viva, con la que tratarán de promover el senderismo o la práctica del parapente. «Esta zona puede ofrecer muchas cosas», destacan.

Antiguo figón

Los clientes por el momento han mostrado su satisfacción por la nueva etapa. El restaurante, no muy grande, está situado en el antiguo figón de los frailes franciscanos y mantiene la antigua chimenea. «Nosotros siempre hemos alternado la vida de pueblo con la de ciudad, por eso consideramos que este lugar es perfecto», reiteran

Para el futuro existe la posibilidad está en recuperar la antigua hospedería, pero por el momento no se han concretado planes al respecto. Mientras tanto, las mesas están servidas.