Una cámara térmica instalada a seis metros de altura ha aparecido hace poco más de una semana en la intersección de Gran Vía y Fernando el Católico con la avenida Goya de Zaragoza. No va a vigilar el tráfico, ni medirá la velocidad, ni pondrá multas. Se trata de una prueba piloto con la empresa Cerma & Arriaxa (contrata del mantenimiento de los semáforos) con un modelo diseñado por ella para medir el aforo de los carriles bici, cuántas bicicletas utilizan esa vía ciclista bidireccional.

Podría hacer lo mismo con toda la calzada, porque es capaz también de detectar vehículos, patinetes y peatones, pero solo contará ciclistas, y con un sistema sofisticado que permitirá diferenciar las que circulan por él de las que solo lo cruzan puntualmente. De momento está a prueba, pero promete dejarse ver por toda Zaragoza, ya que permite moverlo con facilidad por otros carriles bici de otras zonas. Desde Movilidad aseguraron que podría estar una semana en cada tramo elegido para recabar datos, porque se puede mover fácilmente y sin afección al entorno más próximo.

Solo está en esta intersección porque «se ha elegido uno de los carriles bici más exigentes» para empezar los tests, dada la afluencia de bicicletas debido a la proximidad del campus universitario de San Francisco o la presencia de un bulevar que conecta con el hospital Miguel Servet o el Parque Grande José Antonio Labordeta, entre otros centros de actividad y de referencia en la movilidad zaragozana. Miles de ciclistas usan ese carril bici en el que ahora se va a empezar a medir su aforo, de una forma automatizada y con una cámara gran angular que proyecta una espira virtual en la infraestructura. En él se le puede marcar el área de influencia (o de medición, que es de «entre dos y tres metros de longitud»), así como el sentido de la marcha, y añadir al contador informático todo vehículo de dos ruedas que entre y salga por esa parrilla de detección. Si la atraviesa en perpendicular, no cuenta. Si entra pero no sale, tampoco. Solo suma a ciclistas que sigan el sentido de la marcha correctamente.

De momento, Movilidad y Cerma & Arriaxa están verificando la validez de sus mediciones. Y es que otra de las ventajas de la ubicación escogida es la presencia de una cámara conectada al Centro de Control de Tráfico municipal. Esta se usará ahora para hacer un conteo manual mediante el visionado de esa grabación durante 24 horas. Si el resultado obtenido coincide con el que, de forma automatizada, arroja la otra cámara que mide los aforos -dentro de un margen máximo de error que se vea asumible-, empezará a tomarse referencias de este y otros carriles bici urbanos.

Se hará con un sistema como este que, además, permite acotar la medición en tramos de cinco minutos o superiores e ir generando archivos individualizados que luego poder analizar por los técnicos municipales. Para medir la utilización por franjas horarias o días completos. Porque también cuenta con una ventaja que otros sistemas no tienen, y es la posibilidad de trabajar en condiciones de visibilidad casi nulas, es decir, también por las noches, las 24 horas. Incluso, quién sabe, puede que en el futuro se coloquen de forma fija.