Zaragoza en Común (ZeC) llevaba días preparando el anuncio de que Teresa Artigas, concejala de Movilidad y Medio Ambiente, dimitía y dejaba su acta a tan solo tres meses de las elecciones municipales y autonómicas. Había tensión y miedo en el ambiente porque es un mensaje difícil de maquillar. Que un miembro del Gobierno renuncie en la recta final evidencia que algo está sucediendo en las entrañas de ZeC, donde su líder, Pedro Santisteve, no ha sido capaz de mantener su Gobierno hasta el final. Artigas alegó que lo hacía por motivos «estrictamente personales» y lo hizo arropada por los suyos. Una escena preparada en la que buscaban manifestar su apoyo, comprensión y unidad, pero, sobre todo, con la que querían dar una imagen de que en ZeC no pasa nada, de que todo marcha bien.

Este es el mensaje que se repite en el partido. «Ni ha habido ni hay ni habrá una crisis en el Gobierno», decía Artigas en su despedida, pero lo cierto es que su marcha ha debilitado a un Gobierno ya de por sí muy desgastado por sus cuatro años al frente de la ciudad que ha sorteado golpes de izquierda y derecha y ha sido víctima de un PSOE resignado.

«La dimisión de Teresa ha llegado en muy mal momento y no genera niguna estabilidad porque da a entender que es por un problema interno», admiten fuentes internas del Gobierno municipal que ponen empeño en negar dicha crisis. Quizá sea por este motivo, porque ZeC se ha quedado tocado, por lo que el alcalde no ha salido a aplaudir su labor públicamente.

ZeC tiene claro que la «corporación está acabada» y que ya no tiene tiempo para sacar adelante nuevos proyectos. El anuncio de elecciones generales va a acortar todavía más la legisltura y todos los movimientos que se den a partir de ahora serán en clave electoral y partidista. Porque los comunes tienen un buen lío montado dentro de su casa que viene motivado, entre otras cosas, por las crisis internas de los partidos que conforman la confluencia.

IU ha sufrido una espantada de afiliados descontentos con la forma de elaborar la listas y Podemos lucha contra su propia realidad sin querer asumir que ya no tienen el mismo tirón. Los dos bloques fuertes tampoco casan muy bien entre sí, aunque acabarán haciéndolo porque se necesitan mutuamente y porque el teatrillo previo a la firma de todo acuerdo tiene un final que todos conocen porque está escrito.

Santisteve evita pronunciarse y si lo hace opta por la ambigüedad para evitar meterse en líos. Ha sido el principal perjudicado por la marcha de Artigas y sabe que ya no es tan intocable como hace cuatro años porque Violeta Barba tiene tirón y puede ponerle en aprietos. Su llegada no ha gustado mucho dentro de ZeC que creen que Podemos lo ha hecho con condiciones e imposiciones. «No estamos en el 2015, lo que no pueden hacer es entrar con sus normas y sus reglas», critican dentro del partido.

Además de las diferencias internas, los comunes no tiene la misma ilusión que hace cuatro años. La legislatura ha sido muy dura y eso pasa factura, de modo que no puede presentarse como la esperanza del cambio porque ya llevan cuatro años tratando de dar el cambio. «Estamos en un nuevo tiempo político en el que ha habido una reacción de la derecha. El mensaje que tenemos que lanzar es más denfensivo que ofensivo», explican fuentes del equipo de Gobierno.

En la confluencia admiten que van a perder concejales y que el siguiente mandato lo harán desde la oposición. Una realidad que han digerido y asumido poco a poco porque esperan un resultado electoral similar al de Adelante Andalucía o Unidos Podemos en las generales.

A sabiendas del final de la historia, este viernes el plenario de ZeC tiene que dar por finalizado cómo será el proceso de primarias, con listas abiertas, exactamente igual que en el 2015, cuando todo era ilusión.