La campaña de inspección de transporte escolar que ha llevado a cabo la Policía Local de Zaragoza entre los días 16 y 20 de enero ha culminado con tres denuncias de un total de 23 autobuses analizados.

El objetivo de la campaña ha sido comprobar que, tanto vehículos como conductores, dispongan de las autorizaciones y documentación necesarias para la prestación de este servicio, informan fuentes municipales en una nota de prensa.

También se ha verificado que las condiciones técnicas y elementos de seguridad del vehículo sean los que exige la normativa, así como los requisitos especiales que debe cumplir el propio conductor.

De las tres denuncias impuestas, dos están relacionadas con la autorización especial para el transporte escolar y una relativa a las puertas de servicio y sus dispositivos de accionamiento.

Dichas fuentes recuerdan que estas campañas no sólo se hacen puntualmente en coordinación con la Dirección General de Tráfico, sino de manera permanente a lo largo de todo el curso lectivo, acudiendo a inspeccionar los autobuses principalmente a las horas de entrada y salida de los colegios, momento más crítico en cuanto al riesgo que supone este tipo de transporte.

Desde el curso escolar 2007-2008, todos los vehículos dedicados al transporte escolar deben cumplir los requisitos que se recogen en la normativa sobre condiciones de seguridad en el transporte escolar y de menores, entre ellos la obligatoriedad de que los menores vayan acompañados en el autobús por una persona debidamente cualificada, la antigüedad máxima de los vehículos destinados a este tipo de pasajeros, el seguro de responsabilidad civil ilimitado o la obligatoriedad de llevar señal de transporte escolar, entre otros.

El 90 % de los accidentes que se producen durante el transporte escolar tienen lugar en el momento de subir o bajar del vehículo, o en los instantes inmediatos.

Asimismo se presta especial atención en la utilización de los cinturones de seguridad y en los sistemas de retención, ya que en caso de accidente nueve de cada diez lesiones infantiles graves o mortales podrían haberse evitado si se hubiera utilizado este tipo de dispositivos.