Como cada año, desde hace cinco veranos, veinte chicos y chicas venidos de muy difierentes puntos de España y Europa han trabajado en un tramo del Camino de Santiago en Aragón. Concretamente, en esta ocasión han centrado su tarea en uno de los tramos que mejor conserva las características de la antigua vía y que más recursos didácticos ofrece: el área anterior y posterior al puente de Canfranc Pueblo. Además, los trabajos han puesto de manifiesto la riqueza que la ruta conserva en esta vertiente del Pirineo aragonés.

El campo, organizado por el Gobierno de Aragón y con colaboración de los ayuntamiento de Villanúa y Canfranc, se ha desarrollado en la parte anterior y posterior del Puente de Canfranc y ha sido continuación del que se efectuó el año pasado. El objetivo: recuperar el aspecto y las características originales del itinerario, en aquellos lugares en los que se conservan, limpiando la maleza y creando áreas de descanso, con material extraído de la propia limpieza.

DOS MUROS El arqueólogo José Luis Ona, director del campo, explica las tareas acometidas: "Hemos despejado el Camino de los arbustos y hierbas que invadían el trazado y que ocultaban los dos muros que delimitaban originariamente la ruta; además, se ha reconstruido los puntos de estos muros que encontramos desprendidos y se han aprovechando algunas piedras para crear pequeñas zonas de descanso para los peregrinos".

Ona sabe que estas labores requerirán de un "repaso" el próximo año. "Cuando reconocimos el primer día el tramo sobre el que íbamos a actuar, vimos que las hierbas que habíamos quitado para ampliar el Camino el año pasado habían crecido muchísimo, volviendo a invadir una parte del sendero", apunta. Pero desde su punto de vista, estos campos sirven para "poner en evidencia el trabajo de mantenimiento tan necesario que requiere el Camino".

300 METROS DE TRAMO En los veinte días en que se ha realizado el campo de trabajo se ha actuado en 300 metros, aunque las tareas acometidas, desde el punto de vista técnico, han sido distintas antes y depués del puente. Lo más importante, según los responsables, es el abanico de posibilidades que se abre tras una actuación como ésta.

"Despejando el muro, se podrá enseñar cómo se construía antiguamente --empleando sólo piedras--, y además, podremos explicar cómo se canalizaba el agua de lluvia que circulaba por el Camino, ya que hemos sacado a la luz dos arballones que estaban ocultos y que llevaban el agua hasta los campos cercanos".

Además, teniendo en cuenta que se ha eliminado la maleza, pero las plantas autóctonas simplemente se han respetado y arreglado, "también se podrá organizar un sendero interpretativo de la flora y las plantas que se encuentra alrededor de la ruta jacobea", concluye Ona.