El frustrado proyecto para construir una macrourbanización con campo de golf en el término municipal de Pastriz ha desvelado otras iniciativas inmobiliarias que pretenden cubrir de praderas verdes y viviendas de alto standing los pueblos cercanos a Zaragoza.

Para muchos agricultores, los proyectos inmobiliarios suponen el maná , ya que los precios de sus tierras de labor se han multiplicado hasta por diez en los tres últimos años. Esta es la causa de que en muchos municipios zaragozanos guarden el más estricto silencio sobre las ofertas empresariales recibidas, mientras sus ayuntamientos se dedican a redactar nuevos planes generales de ordenación urbana que permitan la llegada de los inversores, antes de que la fiebre constructora alerte a las instituciones autonómicas y tomen cartas en el asunto para regularizar y controlar estos proyectos.

Según fuentes del Gobierno aragonés, el único proyecto de macrourbanización que ha llegado a la institución es el de San Mateo de Gállego, donde el PGOU ya está hecho, aunque se conocen extraoficialmente otras iniciativas. Otras urbanizaciones de golf en estado avanzado de construcción son la de Sabiñánigo y la de Badaguás, en Jaca.

Pero también existen otras ofertas más o menos avanzadas en diversas localidades, como Fuentes de Ebro, Villafranca de Ebro, La Muela, la Puebla de Alfindén y otras, donde inmobiliarias navarras (Arican), vascas (Areus) y gallegas (Fadesa) han puesto los ojos, como está ocurriendo con la práctica totalidad de España.

Tal y como publicó este periódico, el proyecto de Fuentes de Ebro, iniciado por el anterior ayuntamiento, está en fase de estudio jurídico, pero ya se han comprado el 80% de las tierras necesarias para construir la urbanización y el campo deportivo (155 hectáreas).

En Villafranca de Ebro, la pretendida urbanización forma parte de un proyecto mucho más ambicioso, que incluye la construcción de una plataforma logística, con coto cinegético, vertedero, explotación agropecuaria, campos eólicos y zona industrial.

ZONA PROTEGIDA Aunque los terrenos para este proyecto fueron comprados hace cinco años por Areus por alrededor de 700 millones de pesetas, existe un fuerte obstáculo, ya que afecta al monte de Osera. La zona está protegida por normas europeas, nacionales y autonómicas que hacen inviable la iniciativa sin saltarse la legalidad, según una reciente auditoría medioambiental.

En Calatayud se construyó otra de estas urbanizaciones hace un año y medio, con abundante clientela madrileña. El éxito ha sido tan rotundo que ya se proyecta ampliar el campo de golf, justamente el doble, ya que pasaría de los nueve hoyos actuales a 18. La iniciativa, apoyada por el ayuntamiento, está encontrando, no obstante, una fuerte oposición.

La promoción de nuevas urbanizaciones como primera o segunda vivienda necesita de la oferta de otros atractivos en los lugares que no cuentan con costa.

Hace algunos años en Pinseque se construyó una urbanización cuyo principal reclamo era un lago artificial. Los promotores inmobiliarios han advertido ahora que el golf es lo que más vende, pese a la escasez de tradición de este deporte en España, reservado hasta hace dos décadas a las élites, aunque tal vez por eso sea más atractivo.

Además, el golf está convirtiéndose en un objeto de polémica social, hasta el punto de que fue uno de los principales motores que impulsó al anterior Gobierno a proyectar un faraónico trasvase del Ebro para llevar agua a urbanizaciones con este atractivo reclamo en el Levante.

¿Negocio limpio? ¿Pelotazo urbanístico? ¿Especulación del terreno? La respuesta depende de las opiniones. Un pronunciamiento sería prematuro y tampoco se puede generalizar. Las inmobiliarias, las que cotizan en Bolsa y las que aspiran a hacerlo, no son ONG, sino empresas que pretenden obtener el máximo beneficio económico, que, por la experiencia en España en los últimos seis años, a veces parece anormalmente excesivo.