Cuando ya se ha consumido casi el ecuador del plazo para que las Cortes de Aragón proclamen un presidente del Gobierno, continúa el bloqueo en las negociaciones que permitan al único candidato, Javier Lambán, tomar posesión. La situación es de sobras conocida y, de momento, inamovible: el PSOE, claro vencedor en las elecciones, necesita un pacto complejo a cuatro bandas ante una derecha que no tiene opciones tras el pacto amarrado entre los socialistas y el PAR.

Pero esta alianza precisa también del apoyo de Podemos, que con más votos que los aragonesistas quieren formar parte del Consejo de Gobierno y el PAR -cuyos tres diputados tienen la llave para decantar un Ejecutivo a un lado o a otro del espectro ideológico- rechazan que los podemistas tengan alguna consejería. Ni Podemos ni el PAR dan su brazo a torcer y las conversaciones para alcanzar un Gobierno apenas han avanzado desde que el presidente de las Cortes, Javier Sada, propusiera a Lambán de candidato pero, eso sí, sin fecha para el pleno de investidura ante la falta de apoyos para salir elegido por la mayoría que se precisa según el Estatuto. Una situación insólita. Se ha dado la paradoja que tras las elecciones autonómicas de mayo, en Madrid se celebró un pleno de investidura sin candidato y en Aragón hay candidato pero sin pleno de investidura. En ambas comunidades, la situación está encallada.

La mayoría de los conocedores de las negociaciones coinciden en que al final habrá acuerdo, aunque todos admiten que es más una impresión que una certeza. Confían en que a última hora se desencalle la negociación y Podemos acepte los segundos niveles que le ofrece el PSOE en el Gobierno. Pero los podemistas esgrimen su peso electoral -mayor que el del PAR- para considerar que deben estar en ese Ejecutivo. Nadie contempla una repetición de elecciones, aunque a medida que corre el reloj, esa opción es menos desdeñable.

Esta semana se retomarán unas conversaciones entre PSOE y Podemos, aunque nadie se atreve a pronosticar si irán a buen puerto. Los socialistas quieren -como ya ocurrió hace cuatro años- que los dos líderes de ambos partidos negocien individualmente. Piensan que es la única forma de desbloquear la situación. Pero cualquier decisión que adopte Podemos dependerá de su militancia y no de un acuerdo entre dos personas, lo que eleva la incertidumbre sobre el pacto. Asimismo, en Podemos hay una fuerte crisis interna y una notable disperidad de criterios, lo que complica también tomar una decisión mancomunada. Incluso tiene problemas para decidir qué intelocutor sale ante los medios, mientras su secretario general, Nacho Escartín, permanece en un discreto silencio que solo interrumpe vía Twitter o a través de algún artículo.

De este modo, y encarando la recta final de julio, no se descarta que el presidente de las Cortes, Javier Sada,convoque el pleno de investidura, con un Lambán como candidato pero que aún no cuenta con los apoyos necesarios. Esta opción cobra fuerza y varias fuentes apuntan a que esta semana se podría poner una fecha.

Ante un PP que permanece en silencio desde que comprobó que no tiene opciones de erigirse en alternativa de Gobierno, Ciudadanos ya ha reclamado que ese pleno se celebre. Y los socialistas también consideran que es la mejor opción, para que cada partido se retrate y se incremente la presión sobre Podemos para que ceda y acepte no estar en el Consejo de Gobierno, aunque tenga más diputados que el PAR.

El PSOE amarró pronto al partido que preside Arturo Aliaga, pero no calculó que sería tan costosa su negociación con el resto de votos que necesitaba para gobernar. De hecho, confiaba en que Ciudadanos en Aragón haría una excepción y apoyaría lo que habría sido un Gobierno mucho más cómodo para las tres partes. Con la negativa de Cs, está siendo mucho más costoso. Entre otras cosas, porque armar el discurso ante sus bases es complejo para Podemos. No basta con el argumento esgrimido hasta ahora por el PSOE de que es la manera de frenar que el PAR pueda dar su apoyo a la derecha.

La formación morada está recibiendo numerosas presiones internas y externas para que acepte este pacto en aras de la estabilidad y la continuidad de importantes proyectos que están pendientes de que haya un Gobierno. Numerosos sectores exigen a Podemos o al PAR que den su brazo a torcer. Pero de momento, ambos lo siguen mantiendo en alto.