El antiguo reformatorio de Torre Ramona es un «icono identitario» del barrio de Las Fuentes y tiene «un indudable valor histórico y artístico que hay que preservar». Y esto es lo que van a hacer el Gobierno de Aragón y el Ayuntamiento de Zaragoza con la capilla. El Ejecutivo cederá esta parte a cambio de construir alrededor de 240 viviendas en una parcela colindante. Una noticia que, después de una semana con la incertidumbre de si la DGA iba a hacer uso de su licencia de derribo, ha sido aplaudida por los vecinos de la zona.

Durante más de un siglo, este edificio ha servido no solo de reformatorio, sino también como psiquiátrico, convento y escuela. Desde que Francisco Andrés Oliván cediera en 1901 un total de trece hectáreas y un crédito de 4.000 pesetas al hospicio y al hospital de Zaragoza, este centro ha ido evolucionando conforme lo hacían los años. Ambas instituciones eran dependientes de la Diputación de Zaragoza, y es que este terreno siempre ha estado bajo dominio de las administraciones públicas. En 1905 abría la Escuela de Agricultura Práctica Regional, destinada a niños del hospicio y labradores pobres, y en 1912 comenzaba a albergar el psiquiátrico de Nuestra Señora del Pilar. Dos años más tarde, la diputación cedía la finca principal al Estado y empezó a funcionar también como reformatorio a cambio de que se hiciera cargo también del mantenimiento del centro psiquiátrico.

En 1960, el Estado cedía en usufructo la finca completa a la congregación de las Misioneras de Nuestra Señora del Pilar, que regentaba una escuela. Veinte años más tarde, el ayuntamiento obtuvo la cesión de parte del terreno y lo transformó en lo que hoy es el parque Torre Ramona. En el 2014, las últimas cuatro religiosas que habitaban la finca la abandonaron en un acuerdo a tres bandas con la DGA y la Fundación Rey Ardid, y se trasladaron a una finca de Movera que la fundación les cedió a cambio de un huerto de unos 500 metros cuadrados.

Algunas partes del edificio están prácticamente en ruinas pero, para evitar que todo ese peso histórico sea echado abajo, la asociación de vecinos del distrito propuso que se catalogase para que quedase protegido. Los grupos municipales fueron incapaces de ponerse de acuerdo en iniciar los trámites, y la negociación tenía que traspasar las paredes del consistorio si se quería evitar la demolición del inmueble.

La llama de la esperanza se encendió en una reunión que mantuvieron este viernes Fernando Gimeno, consejero de Hacienda y Pablo Muñoz, concejal de Urbanismo, y que terminó con un acuerdo entre ambas partes.

Este acuerdo supone un alivio parcial a la desazón que produciría este derribo, entre cuyos usos se puede destacar el de centro educativo, una escuela a la que, según Luque, «han asistido muchos vecinos del barrio», que ya tienen planes de futuro. «Del interior hay poco que salvar», reconocen desde la asociación. Sin embargo, pretenden «rehabilitarlo y darle un uso. Proponemos convertirlo en un aula de interpretación de la naturaleza y del propio parque, así como de otras zonas como la huerta de Las Fuentes o el Soto de Cantalobos», asegura Luque. Esta última constituye un refugio de pájaros, insectos e incluso algunos mamíferos pequeños, por lo que las escuelas y otros centros educativos podrían aprovechar este espacio «para conocer la naturaleza que les rodea». Una opción a considerar que no solo evitaría la desaparición del característico edificio del barrio zaragozano, sino que volvería a ser, de nuevo, una oportunidad de aprendizaje para todos, y especialmente para los más pequeños.