Antonio Langarita, condenado a tres años de prisión por una amalgama de estafas como franquicias ficticias de cafeterías o una patente de cafeteras de plástico que se derretían por el calor, fue enviado ayer a prisión por riesgo de fuga, después de que forzara la suspensión de un nuevo juicio en la Audiencia Provincial de Zaragoza. Al estilo del juez Elpidio Silva, el empresario recusó a su abogado por falta de confianza, pero la Fiscalía pidió entonces que, ante el riesgo de fuga por su anterior condena, se le enviase a prisión provisional. Y los magistrados de la Sección Tercera la decretaron. Langarita salió esposado, camino de Zuera.

El empresario, condenado en el 2012 a la citada pena de tres años --que devino firme el pasado mes de abril--, estaba pendiente de la resolución de su petición de indulto para ingresar en la cárcel. En el interín, tenía señalado el juicio de ayer, en el que cinco clientes de la que iba a ser otra de sus franquicias de hostelería, El vermú, le pedían --a él y a su hija, también acusada como participante en la sociedad-- hasta cuatro años de cárcel y que les devolviera lo pagado.

Según sostienen ellos y la Fiscalía, el hombre les convenció para que participasen en la citada franquicia, previo pago de unos gastos de gestión para preparar los locales. Pero, según mantienen, ni vieron los locales ni el dinero. Están representados por los letrados Antonio Puertas y Jesús Sánchez.

Por otro lado, la mujer del empresario, condenado junto a él por la Sección Primera de la Audiencia en el 2012, también tendrá que entrar en prisión. Aunque fue condenada a un año de cárcel, no pagó la responsabilidad civil --de más de 370.000 euros, conjuntamente con su marido y una de sus empresas-- que le impusieron junto con la pena, por lo que tiene que ingresar en prisión.