Carmelo Borobia abandonará su puesto al frente de la diócesis de Tarazona (Zaragoza) para convertirse en el nuevo obispo auxiliar de Toledo. La Nunciatura Apostólica en España comunicó ayer a la Conferencia Episcopal el nombramiento de Borobia, quien tomará posesión del cargo el próximo 12 de diciembre en la catedral de la ciudad castellana. El puesto lo compartirá con otro sacerdote, Angel Rubio, también designado por la Santa Sede. Ambos pasarán a disposición de monseñor Antonio Cañizares, obispo de la diócesis primada de Toledo.

Después de 26 años al servicio de la comunidad cristiana aragonesa, primero como obispo auxiliar del Arzobispado de Zaragoza y después como responsable de la diócesis de Tarazona, Borobia se trasladará hasta la provincia eclesiástica más antigua de la península. Según confesó él mismo, "fue el obispo de Toledo quien me reclamó y, por la amistad que me une a él, he aceptado encantado".

De momento, Carmelo Borobia continuará gobernando la diócesis de Tarazona en calidad de Administrador Apostólico hasta que tome posesión de su nuevo cargo. El prelado valoró positivamente sus ocho años al servicio de la localidad zaragozana y destacó los avances que se han producido en la restauración de la catedral turiasonense y en la de otros tantos templos diseminados por la diócesis.

"Cuando llegué me propuse involucrar al Gobierno de Aragón en la recuperación de estos espacios y así ha sido. Gracias a su inversión de unos 24 millones de euros, podremos inaugurar en tres años la catedral y también ver restauradas las iglesias de Santa Justa y Rufina, la de Maluenda o la de Tobed", apuntó Borobia. En el camino ha quedado el proyecto del convento del Monasterio de Veruela, que pese al empeño del obispo de Tarazona no pudo avanzarse.

La diócesis de Toledo es la de mayor extensión del país y la más joven, ya que aglutina el mayor número de seminaristas del país. "Se trata de una comunidad con mucho prestigio tanto humano como cristiano. El contraste es inevitable porque es muy dinámica y tiene mucha actividad, al contrario que en Aragón donde existen serios problemas de falta de vocación", comentó el prelado.

Aunque aseguró sentirse muy afortunado por el cambio de emplazamiento, reconoció que le "fastidia" dejar Aragón. "Nací en un pueblo de Navarra pero ya estudié en el seminario de Zaragoza en 1947 y desde entonces no me he desvinculado. Me fastidia un poco dejar a la Virgen del Pilar, el paisaje y el alma de Aragón, pero voy a una tierra donde hay gente buena y donde se vive verdaderamente la espiritualidad cristiana", comentó.