Una distancia de cien metros, una bandeja con dos rubias espumosas y un reto: ser el más rápido de la ciudad. Este mismo sábado llega a Huesca la Carrera de Camareros de San Miguel, que se desarrollará de nuevo en el Parque Municipal Miguel Servet. Esta es la tercera vez que la curiosa competición llega a la capital altoaragonesa, como aperitivo a las fiestas de San Lorenzo. En Zaragoza, el torneo se hará esperar hasta septiembre.

La presentación oficial de esta cita lúdico-deportiva tuvo lugar ayer en Huesca, en un acto al que acudieron Enrique Briega y Lorenzo Mur, de San Miguel, Jaime Ferrer, presidente de la Asociación de la Prensa Deportiva de Huesca, Javier Peña, de la Asociación de Hosteleros, y los concejales Juan Antonio Hernández, Teresa Sas y Javier Campelo. Representantes de las entidades que organizan este año la carrera en la capital altoaragonesa.

En ella, los profesionales de la barra medirán fuerzas en distintas fases eliminatorias para pasar a la final. Los dos primeros clasificados acudirán además al concurso nacional, el 2 de octubre en Barcelona. Y tanto estos últimos como el tercero obtendrán suculentos premios en metálico.

En cualquier caso, Aragón ya ha demostrado tener buenos corredores. Hace poco, Cristóbal Escriche, del Bar El Escalón de Mora de Rubielos, marcó en Teruel un tiempo de 15.36 segundos en la final de Teruel, superando al 15.38 realizado en 2003 por el zaragozano Alberto Díaz, que quedó tercer clasificado en la final nacional. No tuvieron tanta suerte en la edición anterior los oscenses Bernardo Ananos, del Pub Connemara, Xavier Castillo, de El Dorado, y Selmos Lemos, del Somontano del Grado, que completaron el podio del 2003 en la capital altoaragonesa.

Todos se revelaron como auténticos campeones, más aún si se tiene en cuenta que la normativa les obliga a correr con una bandeja con dos copas y una botella de cerveza sostenida en una sola mano. Y no es ésta la única condición. Además deben vestir su uniforme habitual de trabajo y calzado de paisano . Ni deportivas, ni chirucas. Zapatos, bandeja... y a correr.