Querida Virgen de Magallón: Por primera vez en muchos años el pueblo de Robres no puede acudir al monte de Leciñena a saludarte y darte gracias. La pandemia que nos ocupa impide cumplir con ese ritual que cada año confluye, el último domingo de mayo, en una mezcla de religiosidad, tradición, fe y fiesta popular. En definitiva, nos priva de encontrarnos a tu lado en este día que aglutina a tantos y tantos robresinos y amigos en la romería más carismática de nuestro pueblo.

Son tantos los recuerdos, tantas las vivencias acumuladas a lo largo de años y años que en las circunstancias actuales hacen que afloren a la memoria y se hagan presentes en esta fecha marcada con números de oro en nuestro calendario.

Lejanas en el tiempo y en mi memoria quedan aquellas romerías con caballerías antes de que llegara a nuestro campo la mecanización. Ese hermano de la Virgen, ya casi olvidado, que era como tu embajador en nuestro pueblo. Esos romeros que desde tiempos inmemoriales vienen haciendo el camino andando y esos otros cientos y cientos que a lo largo de los siglos nos hemos acercado a ti cada uno con nuestro sentir, con nuestra promesa, con nuestros sacrificios, con esa gratitud grabada a fuego en el interior de nuestros corazones.

Cómo olvidar el milagro de la restauración de tu Casa, de tu Santuario, de los que apostamos porque tuvieras un lugar digno para acogernos como madre protectora, de los voluntarios que trabajaron con el tesón y la alegría del hijo que adora a su madre. De tus cuatro visitas a nuestro pueblo durante los años de las obras. De los que se van y desean hacerlo bajo la protección de tu manto...

Cómo olvidar el pasado 23 de julio cuando un incendio envolvió la estepa monegrina llegando sus llamas hasta tus propios pies. Imposible olvidar también tu llanto cuando te viste vestida con ese manto negro símbolo de dolor y muerte y comprobaste la desesperación e impotencia en los corazones monegrinos. Recuerdos y más recuerdos guardados como tesoros en lo más profundo de nuestro ser.

Cuántas ganas este año de llegar a ti y con nuestros deseos y oraciones vestirte, más que nunca, del color de la vida y la esperanza. Llegará otro día, llegará otro año y allí estará el pueblo de Robres, a tus pies, con nuestras plegarias, con nuestras promesas, cada cual con su vivencia interior, cada cual con sus cosas.Y tú seguirás allí, como siempre, esperando y echando una mano desde el interior de las almas robresinas.

Y allí estará nuestro Dance de Embajadores, oración comunitaria y canto de acción de gracias del pueblo de Robres que vive y siente tu protección desde tiempos ancestrales.

Y quiero terminar esta carta citando a nuestro general turco cuando dice: «Ya venciste gran Señora a la morisma invasora. En la tierra de tu amor mi corazón os ama, mi corazón os aclama, Protectora de Aragón. Y los años que he vivido sin haberos conocido, me parten el corazón. Y mientras dure mi vida diré siempre: ¡Viva, viva María de Magallón!».

*Luis Manuel Casáus es el director del Teatro de Robres