Citación por correo para concertar una cita médica que no llega, cartas para entrevistas laborales que se abren con 15 días de retraso, facturas de bancos que no se reciben... Los vecinos del barrio rural de La Cartuja que viven en los 55 adosados de la avenida Constitución sufren desde hace un año problemas con la correspondencia. Todas las cartas que finalmente reciben llevan una pegatina amarilla de Correos: "Señas confusas o incorrectas".

El cambio en la numeración de las viviendas de esta avenida se produjo hace once años, tras un acuerdo plenario. Según explicó una de las afectadas, Maribel, vecina del número 37 o de la calle 9 número 3, nadie les notificó esta modificación. "Un buen día apareció un señor que empezó a picar en la columna de mi casa y colocó, debajo del número 37, una placa de cerámica con el número 9", recordó Maribel. "¿A quién reclamamos ahora los problemas que estamos teniendo?", se preguntó esta vecina.

Los 55 adosados permanecen con dos numeraciones bien visibles desde 1993. Pero, según explicaron los vecinos de la avenida Constitución, no habían tenido ningún problema hasta que, desde el año pasado, un nuevo cartero se encarga de repartir las cartas en esta zona de La Cartuja Baja.

"Todas las molestias que estamos sufriendo son por la mala fe de este señor", sentenció Edel, vecina del número 38. "Como las cartas llegan con la dirección de siempre, él las devuelve a Correos y algunas no las recibimos de vuelta, otras lo hacen tarde y, en todas las que deposita, él tacha una dirección y pone la otra", especificó Edel.

"A mi hijo le citaban para ser jurado de un concurso de pintura y la carta llegó con retraso", recordó Maribel. "Las facturas de la luz y el agua hace tiempo que no aparecen en mi buzón", añadió Edel, quien informó de que otra vecina ha tenido problemas por este motivo para concertar una cita con el traumatólogo.

Fue hace un mes cuando los vecinos presentaron una demanda en el centro de Correos del barrio. Los afectados también acudieron entonces al alcalde de la localidad, el nacionalista José Ramón.

"El cambio de numeración responde a una normativa municipal, que los vecinos deben cumplir", declaró Ramón. "Pediría al Ayuntamiento de Zaragoza que les dirigiera una carta a todos los vecinos especificándoles cuál es la dirección oficial para terminar con estas molestias", concluyó el alcalde de la localidad.

Por su parte, fuentes del área de Urbanismo del consistorio zaragozano confirmaron que la numeración de las calles se remodeló en 1993. "A los vecinos se les notificó que durante uno o dos meses podían convivir las dos direcciones. A partir de ese momento tenían que hacer constar la dirección oficial", informaron las citadas fuentes.

El caso de Garrapinillos

Un caso similar ocurrió en el barrio rural de Garrapinillos. Hace unos meses, los vecinos denunciaron que había cartas que no recibían, otras que llegaban confundidas y unas terceras que lo hacían tarde. La modificación de los números se realizó en 1990, pero catorce años después, está sin ejecutar. El problema principal radica en que las direcciones que figuran en el registro no se corresponden con la realidad.

Tras las denuncias planteadas por los vecinos de Garrapinillos, un equipo técnico de Urbanismo está ultimando el cambio numérica del barrio para terminar con la confusión que hasta ahora padecían los carteros.