El parque de Casetas tiene desde ayer 26 árboles más. Y son árboles con nombre y apellido, pues corresponden a los niños que durante el pasado año nacieron en el barrio rural de Zaragoza. La asociación de vecinos repitió por quinto año consecutivo un gesto que busca vincular a los niños y sus familias con el cuidado de la naturaleza y del barrio.

Vera, Valeria, Alonso, Marcos, Nadia, Diego, Carla, Hugo, Samuel, Enzo, Jorge, Izan, Daniel, Nacho, Pablo, Amelia, África, Alejandro, Adrián, Alba, Valeria, Aldara, Marcos, Lucía, Azahara y Samuel son los pequeños que han unido sus nombres a los de un platanero y que han recibido un diploma que lo acredita. En la jornada de ayer las familias de los recién nacidos tomaron una pala para terminar con la plantación de los ejemplares que previamente el equipo de Parques y Jardines se había encargado de acomodar.

La portavoz de la agrupación vecinal, Isabel Vaquero, destacó que la iniciativa sirve, año tras año, para unir a los habitantes del barrio en un acto que permite apostar por el desarrollo humano. «Esperamos seguir haciendo este proyecte mientras haya niños», aseguró.

Con la primavera a punto de estrenarse, hasta miembros de cuatro generaciones se remangaron con ilusión para colaborar en esta plantación colectiva. La alcaldía del barrio reconce que la actividad hace sentir a los niños con el paso de los años que el árbol que se plantó para conmemorar su nacimiento es algo suyo que hay que cuidar y mejorar.

En la suma total de ediciones se supera el centenar de ejemplares que han echado raíces en suelo casetero. De este modo, también se ha contribuido a mejorar el entorno natural de Zaragoza y a los jóvenes asistentes se les transmite el mensaje de que el medio ambiente tiene que respetarse.

A los pies de cada uno de los plataneros queda ahora una placa cerámica en la que figura el día de nacimiento y el nombre del bebé que lo apadrina. El coste de este jardín creciente es sufragado a medias entre la asociación de vecinos y las propias familias implicadas. «A todos les hace mucha ilusión colaborar en dejar un árbol plantado», reconoce Vaquero. No en vano, en los próximos años entre todos «regarán los árboles que crecerán con ellos, darán sombra y embellecerán el barrio», explican.

En su origen, el programa estaba pensado para extinguirse en tres años y se sumaron otras muchas ciudades. Casetas es uno los pocos lugares en los que la tradición ha tomado rumbo por su cuenta ya que el proyecto ha sido ampliamente aceptado por todos los vecinos. «No es solo importante por el hecho de que se plante un árbol, ya que va mucho más lejos: se le traslada al niño la responsabilidad de que el ejemplar crezca y al mismo tiempo los valores de responsabilidad, respeto y amor por la naturaleza», indican desde la alcaldía. Ayer, en Casetas se volvió a demostrar que en el barrio los bebés llegan con un árbol debajo del brazo.