Al consultar entre especialistas o buscar por internet sobre búsqueda de herencias, un nombre aparece invariablemente destacado. Se trata de la empresa Coutot-Roehrig, de matriz francesa pero con varias delegaciones en España. La compañía, especializada en genealogía sucesoria, ha encontrado un gran nicho de mercado en España, donde la guerra civil y la emigración a América o entre comunidades autónomas complica a menudo la búsqueda de herederos. Y Aragón no es una excepción en esta tendencia, aunque sí uno de los territorios más complicados para llevar a buen término estas pesquisas.

Así lo explica Victorio Heredero, investigador de la empresa y uno de los pocos genealogistas acreditados en España. Un trabajo que, explica, les suele conducir a remontarse hasta finales del siglo XIX en la historia familiar de los clientes. Que son, aclara, los que les buscan a ellos, pese a que les suelan tildar de cazaherencias. Suelen ser propietarios de inmuebles quienes les contratan, y de hecho la empresa adelanta el dinero, siempre que el estudio previo les indique que el caso puede ser rentable. Luego, al heredero le acaba llegando un dinero «llovido del cielo», y la empresa se queda una comisión de entre el 10% y el 30%.

«En Aragón estamos trabajando un montón», afirma Heredero, pero es un territorio «complicado» porque, «a nivel documental, se arrasó», entre alguna quema de iglesias en los prolegómenos de la guerra civil y los bombardeos durante esta. «Es de los territorios donde más dificultades tenemos en este sentido. Recuerdo un caso en Huesa del Común, donde el archivo de la parroquia estaba destruido. La suerte fue que se trataba de un apellido muy característico de la zona, que pudimos buscar en otros territorios e ir tirando del hilo», explica.

Pero el expediente más curioso en el que ha trabajado, por enrevesado, le llegó de una localidad del Pirineo oscense, que se omite para no invadir la privacidad de los implicados. Un notario francés les encargó la búsqueda de herederos de un piso, cuyo propietario, de origen español, de había muerto sin herederos.

Los investigadores fueron desentrañando la historia de la familia, con unos exiliados a Francia, como tantos otros, por la guerra civil.

Los hijos de estos desplazados, ya nacidos franceses, fueron llamados a filas para la guerra de Argelia, a mediados del siglo pasado, y para evitar ir al frente, dos de ellos volvieron al pueblo de sus ancestros. Un tercer hermano suyo se quedó en Francia, el que acabó por fallecer allí, y al parecer había perdido todo contacto con sus hermanos.

El equipo de investigadores logró completar la historia familiar, y encontró a uno de los hermanos que residía en el pueblo. Pero resultó que el segundo se había convertido en una especie de ermitaño, viviendo alejado de la civilización en una cueva, sin apenas contacto con nadie. Tuvieron que calzarse las botas de montaña y emprender una búsqueda, que acabaron completando gracias a un conocido del eremita que de vez en cuando le llevaba cosas. Pero las complicaciones no acabaron ahí. «Al principio no quería saber nada, porque además tenía miedo de que aún tuviera alguna cuenta pendiente por desertar de la guerra de Argelia. Pero le convencimos de que no, e incluso tuvimos que abrirle una cuenta bancaria para cobrar el dinero, porque no tenía», recuerda Heredero.

Otro caso, con una cuantía «interesante», acabó teniendo como destino un pueblo de Zaragoza, donde acabaron viviendo los últimos familiares de unas hermanas de origen vasco. La historia familiar era enrevesada, porque la rama paterna se fue a Argentina, y otros a Venezuela, pero acabaron regresando a España y se asentaron en Aragón. Los hijos del último hermano vivo se encontraron así con un inesperado pellizco de unos parientes desconocidos, como suele suceder en muchos de estos casos.

EN ARAGÓN NO HAY ESPECIALISTAS

En Aragón apenas hay despachos de abogados dedicados a cazar herencias, como se conoce a la búsqueda de herederos para cobrar a cambio una comisión. Diversas fuentes consultadas coincidieron en que se trata de un mercado muy residual, aunque de vez en cuando les pueda llegar algún caso.

En estos casos, los bufetes echan mano de detectives privados, que también son contratados directamente por personas o empresas que tienen necesidad de encontrar a los herederos de un particular. A menudo se trata de administradores de fincas, que se encuentran con impagos de un propietario fallecido sin que se pueda transmitir el piso.

Vicente Delgado, director de Detectives Inveszar, explica un caso en el que está trabajando actualmente, relacionado con este problema. Un particular quiso vender su piso, y al hacerlo descubrió que una pequeña parte del mismo está a nombre del constructor del inmueble, que en su día llegó a ese acuerdo con sus padres, los primeros residentes en el inmueble.

El cliente descubrió este acuerdo cuando quiso vender, y contrató un detective para encontrar al constructor, cuya firma es necesaria para la transacción. El detective descubrió que había fallecido, por lo que la búsqueda se centra ahora en encontrar a sus herederos, que por lo que ha podido averiguar, residen en Francia, donde acabó viviendo el finado.