Ya está en el suelo. Dos tramos del puente sobre las vías del tren de la autonómica A-221 que une Quinto y Gelsa ya son historia. Una gran cizalla completó ayer con gran precisión la operación de derribo parcial de la estructura que hasta ahora salvaba la línea férrea Zaragoza-Caspe-Barcelona. Los trabajos duraron más de cinco horas, ya que a la minuciosidad de los movimientos de la gran máquina traída para la ocasión hubo que sumar algunos problemas técnicos de la misma, y sus consiguientes reparaciones sobre la marcha.

Pero al final hizo ¡catacrack! , que era lo que interesaba. Se trata del primer paso para adecentar una zona que todavía no se sabe bien por qué ha sufrido un enorme corrimiento de tierras en las últimas semanas.

PROPIO DE UN SEISMO Grietas y desniveles propios de un movimiento sísmico han disparado durante días la alarma en una zona que soporta un importante fluido de transporte pesado, además de ser un punto vital para la conexión por carretera de varias localidades, especialmente de la comarca Ribera Baja del Ebro (Quinto, Pina, Gelsa, Velilla, La Zaida, Alforque, Cinco Olivas, Alborge, Sástago y Escatrón).

La acción del río Ebro, que en esa zona forma un meandro de dimensiones considerables, se antoja evidente, pero aún está por determinar de qué forma y por dónde. De ahí que, una vez que el puente ya no supone una amenaza, comienza desde ahora la fase de estudio pormenorizado del problema. A las posibles filtraciones del río habría que sumar también probables corrientes subterráneas y bolsas de agua hasta ahora no identificadas. Aunque hasta que no se certifiquen los informes geológicos todos es susceptible de especulación.

Con todo, los técnicos ya se han atrevido a marcar unos plazos, aunque con cierto margen de error. Calculan que serán entre cuatro y seis meses los necesarios para adecentar la zona: escolleras, taludes, terraplenes, pilastras, puente, vía del tren, carretera, asfaltado...

El alcalde de Quinto, Javier Abenia, decía ayer que hay motivos para pensar que las obras no superarán esos cálculos. "Lo que importa es que no será un año entero de trabajos, como se creía en un principio. Vamos a cruzar los dedos y a pensar que estará todo arreglado en cuatro meses, mejor que en seis. Ya nos hemos hecho a la idea". La cuenta atrás comenzó ayer mismo con estruendo y nube de polvo incluidos. Ahora queda esperar.