Está claro que la evolución política de Euskadi no es homologable a la que se está dando en Cataluña (mal que le pese al PP). Digo esto porque he comprobado una curiosa circunstancia: personas de idéntico perfil (amigos míos, por poner un caso), si son vascos abominan del Plan Ibarretxe pero si son catalanes están encantados con el Tripartito . Tan significativo hecho tiene una explicación de fondo, y es que mientras la propuesta del lendakari emerge de un país agostado espiritualmente por el terrorismo y la falta de libertad, el pacto de Maragall con Esquerra e Iniciativa procede de una sociedad que hoy por hoy es la más abierta y democrática de las que existen en las Españas (a pesar de los veintitrés años de pujolismo; pero es que Pujol practicaba un nacionalismo antifascista).

En Cataluña se da hoy una euforia como no se había visto desde los tiempos de la Transición. Hay esperanza y hay buenas vibraciones. Los que están allí aseguran que don Pasqual se lo montará muy bien porque da mil veces mejor como gobernante que como candidato... y porque es un tipo bastante coherente.

Será por eso, por la coherencia, que la nueva Generalitat ha anunciado de inmediato que renuncia a todo trasvase del Ebro hacia sus cuencas. Se han cuidado muy bien de decir "este trasvase (o este pantano) sí, pero este otro, ni hablar", sino que han puesto en cuestión todo el PHN. Muy agudos. También han decidido los nuevos jefes del govern reducir en un veinticinco por ciento los cargos de confianza (lo que no les resulta fácil, porque los tres partidos tienen mucha gente que colocar ). Están adoptando medidas de choque para darse a entender de inmediato. Preparan iniciativas de neto carácter social y medioambiental. Van a promover la cultura y la tolerancia... En fin, parece todo tan bueno y tan bonito (incluso barato) que dan ganas de mandar a Iglesias y a Belloch de becarios. O les damos ya la razón a Alcalde y a Suárez... y nos hacemos todos catalanes.