La crisis catalana está deparando asimismo una catarsis en los partidos independentistas, algunos de cuyos líderes se encuentran en prisión preventiva. Uno de los nombres que está sonando con fuerza en el PDECat es el de Santi Vila, exconseller de Cultura y de Empresa y Conocimiento y aglutinante del ala moderada de su partido.

Vila acaba de salir de prisión bajo fianza en base a su renuncia a suscribir la declaración de independencia impuesta a los suyos por Carles Puigdemont. Este, sin embargo, sigue siendo oficialmente el candidato del PDECat, pues así lo acaba de decidir su consejo, pero está por ver que la justicia española le permita presentarse en las elecciones de diciembre.

De no ser así, el PDECat deberá designar un nuevo candidato, y en esa tesitura muy probablemente Santi Vila, que ha acusado a Puigdemont de llevarlos desde los umbrales de la independencia al pasado de la preautonomía, intentará alzarse de nuevo con la confianza de los suyos, esforzándose por persuadirles para rebajar el diapasón nacionalista a una música más armonizada con el resto de instituciones del Estado.

¿Lo conseguirá?

No lo tendrá nada fácil, pues sus colegas se han catalibanizado de tal manera que deberían ingresar en una clínica de desintoxicación ideológica. Para que allí, expertos en constituciones y sectas pudieran tratarlos en profundidad, desmontando una a una las capas de su contaminada conciencia y las mentiras que los aparatos de propaganda, como la vieja CiU, la impresentable TV3, o comisarios políticos como Oriol Junqueras o Carme Forcadell han ido urdiendo para engrosar una masa de crédulos militantes dispuestos a combatir contra España, los españoles, la Guardia Civil, el Rey y todas las restantes fuerzas represoras, entre las cuales Europa, con todas sus instituciones, Estados Unidos, el Vaticano... Pues solo Maduro y Otegui han refrendado a los burgueses indepes de Puigdemont y Junqueras, apoyados, en el manicomio común, por los nihilistas de la CUP.

Ojalá políticos catalanes sensatos, como Santi Vila, consigan reorientar el nacionalismo intransigente y sedicioso en un impulso autonomista mucho más limpio y solidario. Para comunidades como la aragonesa, supondría un elemento de tranquilidad, una nueva herramienta de trabajo.