—¿Cómo es posible que el 061 tarde 12 horas en atender un servicio?

—No me cabe en la cabeza que se tarde eso. Habría que ver el caso concreto, pero no es lo habitual.

—¿Y una espera de 8 horas en urgencias?

—¿Para qué? ¿para ser atendido? Primero está el triaje para seleccionar a la gente con más gravedad y 4 horas en triaje tampoco me cuadra.

—Pero esas cuatro horas en triaje se han dado estos días.

—Si eso ha pasado, ahí hemos tenido un fallo, hay que reconocerlo. No es normal. Un triaje en 15 o 20 minutos debe estar hecho, a no ser que lleguen cien personas de golpe y hagan cola.

—Sanidad anunció que la gripe era epidemia antes de que empezara la saturación de los servicios. ¿No es posible evitar que pase todos los años lo mismo adoptando medidas con antelación?

—Habíamos hecho una previsión de cómo íbamos a actuar, con una serie de medidas como la disminución del cierre de camas, el refuerzo de los centros de Primaria, que han funcionado bastante bien y hemos cubierto todas las agendas, o un plan con un equipo que dos veces al día valoraba la situación de cada hospital. Hemos ido tomando medidas conforme hacían falta y la verdad es que hasta el 4 o 5 de enero la situación había funcionado relativamente bien, sin un exceso de presión salvo en momento puntuales. Los problemas empiezan el día de Reyes, cuando nos encontramos con un aumento, que nos ha sorprendido, de la necesidad de ingreso, que ha crecido muchísimo. La gravedad de los pacientes ha hecho que, en vez de cifras de ingreso de un 12%, hayamos tenido hasta el 20%. El día 8 abrimos todas las camas disponibles y seguíamos sin poder ingresar a quien lo necesitaba. Ahí se tomó la decisión de suspender intervenciones quirúrgicas de tarde o abrir plantas, como en Barbastro. Ha habido dos o tres momentos difíciles, pero creo que se ha ido respondiendo a tiempo y bien. Si nos comparamos con otras comunidades, creo que no podemos estar descontentos de cómo han funcionando los servicios de urgencias.

—Pero antes de Reyes ya hubo problemas y ya se había anunciado el nivel epidémico. ¿De verdad que no había forma de prevenir eso?

—Es que la gripe no es la causa principal, porque puede colapsar las urgencias, pero no las camas. La tasa de gripe es de 0,2 afectados cada cien ciudadanos. No es una epidemia masiva, el problema es que ha coincidido con procesos de pacientes graves, que no se les puede mandar a casa, y no se puede resolver en un PAC o en un centro de salud. Eso es lo que nos ha pillado por sorpresa. No es una excusa, pero hemos estado al tanto y, conforme a la necesidad, se ha ido respondiendo. Hablamos de un sistema que lleva cinco años sin invertir un duro, con muchos recortes, y que, efectivamente, está menos elástico para responder a estas situaciones.

—¿Está satisfecho de toda la gestión sanitaria de estas semanas entonces?

—Habría preferido que no hubiera pasado esto, pero el problema de urgencias y la sanidad es que a veces las cosas surgen y nadie puede preveerlas. Pido disculpas a los pacientes que se hayan visto afectados por esta situación.

—¿Contento con la gestión de Manuel García Encabo?

—Totalmente. Su gestión no es concretar en estos momentos, sino que son los gerentes de los hospitales y los directores de Primaria quienes tenían una serie de instrucciones. El 061 también se ha reforzado para resolver muchos casos. El problema ha sido la necesidad de tener más camas que las habituales.

—¿Y en el caso del gerente del Salud, Javier Marión?

—También.

—¿No ha habido falta de previsión entonces?

—Creo que no. Sí que, efectivamente, la situación ha sido peor de la que esperábamos.

—Esa sorpresa que se han llevado con más ingresos de los estimados, ¿le hace replantearse cambios para el año que viene?

—Tendremos que ser más precoces a la hora de abrir camas o suspender operaciones. Hacerlo antes, pero un gerente que debe tomar la decisión antes debe tener la seguridad de que va a poder absorber lo que hay.

—¿Se plantea cambios en la gestión de las urgencias?

—Los servicios de urgencias son imprevisibles. En Zaragoza funcionan razonablemente bien. En el Servet tiene una forma de funcionar que viene de los tiempos de Casado, que es lo que creo que dificulta esto, porque se amontonan. En el Clínico, sin embargo, se suben antes a planta. Ahí es donde hay que mirar la forma concreta de funcionar. Es muy importante que las altas que se den sean por la mañana y a tiempo. Hasta hace muy poco, en el Servet esta gestión la hacía un administrativo y ahora ya hay una enfermera, con poder y mando que dirige a la cama libre. Lo que no puedo hacer con los recursos que hay en la comunidad es tener 40 camas vacías, con personal, por si hacen falta. Eso sería malversación de fondos y mala utilización.

—La gente se pregunta por qué se cierran camas.

—Si en vacaciones no se opera, no las puedo tener abiertas con personal. A esta gente hay que darle vacaciones también. Este año hay muchos días, que se juntan a los del año pasado y están sin gastar por parte de los sanitarios. Dar vacaciones en una oficina es muy fácil, porque se cierra y se amontonan los papeles. Pero en un sistema sanitario hay que hacer sustituciones y si la planta no se usa, se debe cerrar. Creo que eso es usar los recursos de forma adecuada.

—Los profesionales insisten en más dotación de personal, por ejemplo, en el hospital Provincial. ¿Está satisfecho con la gestión que se está haciendo allí?

—Yo creo que se le puede dar mejor rendimiento. Está atendiendo menos urgencias que el PAC de Sagasta. El otro día se abrieron allí 30 camas, con enfermeras, y están dando buenos resultados. La gente se debe convencer de que el Provincial está bien y es mucho mejor en instalaciones que el Servet o el Clínico, pero ha tenido una deriva en los últimos 10 años poco clara. Está en el centro, hay que potenciar sus urgencias, y cuando haya necesidad de más personal, se pondrá.

—¿Cree que haría falta un hospital nuevo en Zaragoza?

—Creo que no hay que hacer más hospitales, sino utilizar mejor los que tenemos. No disponemos en absoluto de recursos ahora mismo para hacer un hospital nuevo. Me gustaría poder inaugurar un centro de salud cada mes, es lo más bonito para un consejero de Sanidad, pero creo que esa época ya pasó. Hay que ser realistas y ser más eficientes. Hay que mejorar cosas, como el plan de crónicos.

—¿Qué pretende este plan para enfermos crónicos?

—Este plan no consiste en hacer un hospital para dejar a los ancianos allí encerrados, como algunos opinan, sino que Atención Primaria debe identificar a estos pacientes (15.000 en todo Aragón) y cada centro de salud sabe quiénes son. Van a tener una enfermera responsable del paciente que le atenderá si hace falta en su domicilio. Y, en el momento en el que el paciente se descompense, y necesite hospital no irá a urgencias, sino que irá a una sala especial para estos crónicos. Lo llevará medicina interna y funcionará de 8 de la mañana a 8 de la tarde, como una especie de hospital de día. Muchos volverán a casa tras el tratamiento y otros se quedarán ingresados. Eso evitará el paso por urgencias. Esto ya está diseñado, pendiente de una reunión con el jefe de servicio de Medicina Interna y no necesita muchos recursos. Confío en que con los presupuestos de este año podamos destinar un poco más para personal.

—¿Está contento con el PAC de Sagasta después de la reapertura que usted decidió?

—Sí, funciona muy bien. Si tuviera más medios y más recursos me plantearía el del Inocencio Jiménez o el del Grande Covián, pero hace falta presupuesto. Hay que ir con las prioridades.

—¿Qué opina sobre las dudas que se han planteado respecto a la eficacia de la vacuna gripal?

—¿Qué dudas? Creo que la directora provincial de Huesca no es experta en absoluto en Salud Pública ni en vacunas, es una médico de Primaria que puede tener su opinión particular. Para valorar la eficacia hay que esperar a que pase la epidemia y después analizar. Se sabe que el virus que hay circulando está incluido en la vacuna, por lo tanto no se han equivocado de virus.

—¿Le molestaron las declaraciones de la directora provincial de Huesca sobre la vacuna?

—No, porque ya la conozco. Pero no entiendo por qué tiene que hablar de cosas que no son de su competencia. No he hablado con ella, el director general de Salud Pública sí.

—¿Falta dinero para gestionar la sanidad aragonesa?

—Sin duda. Ya he dicho que sí siempre. Estamos infrafinanciados sin duda. En cuatro años, es la comunidad que más ha bajado el presupuesto para Sanidad en un 20%. Es la comunidad que el año pasado más aumentó el presupuesto, un 12%. Estamos intentando recuperar, pero venimos de tiempos donde el PP, al que no le quiero echar la culpa, tomó unas medidas políticas. Creyeron que aumentando la inversión y bajando los impuestos se iba a solucionar todo. Nuestra postura es meter el dinero en los departamentos más sociales porque creemos que es donde realmente hacía falta. Gimeno me ha felicitado por cómo hemos ajustado el gasto de personal, hemos mirado cada contratación y cada cosa. Cada punto que nos vamos del déficit son 40 millones menos que nos quita Montoro. Seguimos estando intervenidos y eso es un problema. ¿Por qué no pude empezar el hospital de Alcañiz? Tenía el dinero, la aprobación de las Cortes, pero Madrid dijo que no se aseguraba que en el futuro se fuera a tener ese dinero. Y me pararon el hospital de Alcañiz cuando ya podríamos haber empezado. No me dejan hacer ciertas cosas ahora si no pago farmacias, personal y demás. La situación es muy difícil y necesitariamos al menos 200 millones más al año para estar razonablemente bien.

—¿Los hospitales de Teruel y Alcañiz le quitan el sueño?

—Alcañiz sí, es una situación muy especial. Había un plan de hacerlo con la privada, nos opusimos y apostamos por lo público. Este año, con los 10 millones que hay, vamos a pegarle un buen empujón a las obras. Y Teruel, todo a la vez no da tiempo, pero estamos en la fase de redactar el nuevo proyecto, que hay que valorarlo y demás. Por mucho que pusiéramos dinero, los plazos administrativos, que son lentísimos y me desesperan, no nos darían tiempo en el año para gastarlo. De infraestructuras, me preocupa si no arreglamos cosas como urgencias de Huesca, las camas de agudos del Servet o la rehabilitación del pabellón del psiquiátrico. Teruel está aún bastante bien, costará un poco más, pero aún tiene buenas condiciones.

—¿Se nota, personalmente, cansado por el ajetreo de dirigir este departamento?

No. El nuevo año me ha traído nuevos ánimos.

—Desde algún sector se ha pedido su dimisión, ¿en algún momento ha tenido la tentación de dejarlo?

-Todos somos personas y todos tenemos nuestros altibajos. Hay momentos que dices que no vale la pena. Me queda un año para jubilarme, me gusta la política sanitaria y creo que puedo aportar algo. Si en algún momento creo que mi presencia aquí es un estorbo, me iré, por supuesto. El presidente del Gobierno sabe que me puede quitar cuando considere si no lo estoy haciendo bien. De ahí a dimitir, hay mucho.

—¿Está dispuesto a aplazar la jubilación y acabar la legislatura como consejero?

—Mi idea es acabar la legislatura y por estar en el Gobierno la puedo aplazar, claro. No tengo ninguna duda, sé que hay muchos que están deseando tomar el puesto.

—¿De qué está más y menos orgulloso de su gestión?

—Me siento orgulloso de haber devuelto la sanidad universal. La pena es que creía que iba a ser una cosa temporal porque iba a haber un cambio de Gobierno en España y, consecuentemente, se derogaría el decreto que crea todo el lío. También estoy muy orgulloso de lo que se está haciendo en recursos humanos porque, aunque la gente sea muy crítica, estamos trabajando serios. Había un tremendo desorden. Lo que más me ha descorazonado y me sigue preocupando es la falta de permiso para comprar alta tecnología. Especialmente, la de los aceleradores para pacientes con cáncer. Espero que en el próximo Consejo de Gobierno se puedan licitar ya los dos nuevos previstos.