El cementerio municipal del zaragozano barrio de Torrero triplicó las incineraciones el pasado mes de abril, el más trágico desde que se inició la crisis del coronavirus en la comunidad aragonesa, cuando se llegaron a registrar 39 fallecidos en un día. Durante ese mes se realizaron 666 incineraciones, una cifra escalofriante si se compara con los años anteriores, cuando la media mensual que se sitúa entre las 230 y 260. Durante este mes, y pese a registrarse un pico en el número de fallecidos por covid, las salas de velatorio no se abrieron al público, dado que fueron reservadas para almacenar féretros.

En el primer semestre del año se han practicado 1.688 cremaciones en Torrero, casi el doble de las del 2018, cuando fueron 993, y más de 700 más respecto al año pasado, con 1.082, según los datos facilitados por el área de Urbanismo. Durante las primeras semanas de la pandemia el aumento de cremaciones se disparó un 18% y a las pocas semanas, ya en abril, alcanzó el 80%, lo que ralentizó varios días las cremaciones previstas para fallecidos por causas ajenas al coronarivus.

ESTADÍSTICA / Mientras que el año pasado se realizaron 187 cremaciones en marzo, el mismo mes de este curso fueron 451 los cadáveres que llegaron al camposanto de Torrero (sin contabilizar los datos de los velatorios privados). Este mes se contabilizaron 2.288 contagiados, según los datos de Salud Pública, que se dispararon hasta los 5.107 en marzo, momento en el que el camposanto sufrió su primer pico, con 666 fallecidos (frente a los 264 del 2019). Un mes más tarde, en mayo, fueron 640 los positivos y se produjeron 318 incineraciones (frente a los 259 del año pasado) que se redujeron a 253 en junio, uno menos que el año pasado, y con 586 contagiados.

El incremento del número de fallecidos como consecuencia del covid-19 obligó al Ayuntamiento de Zaragoza a tomar medidas inmediatas para evitar un colapso en el servicio. Llegó a un acuerdo con los dos tanatorios privados de la ciudad pertenecientes a las empresas Funespaña y Servisa para descongestionar el servicio municipal. Con la colaboración de estos centros se podrían haber conservado 205 cadáveres en un mismo momento a la espera de la cremación o del entierro. No solo de fallecidos por covid, que la inmensa mayoría eran incinerados por motivos de seguridad.

No llegó a ser necesario recurrir a manos privadas, aunque sí que se utilizaron las salas de velatorios de Torrero, cerradas al público, para ampliar el espacio en el que mantener los cuerpos hasta su cremación, sumando así 79 plazas extra. El consistorio también reorganizó el funcionamiento del cementerio, aumentando el número de cuerpos que se podían mantener en cámaras frigoríficas a 125. Además, reservaron una cámara de mayores dimensiones, con capacidad para 42 cadáveres, para muertos no infectados con coronavirus. En ningún momento se planteó crear una morgue improvisada en un pabellón deportivo, como sucedió en Madrid, dado que confiaban en que la ampliación del espacio sería suficiente para mantener la situación controlada.

En los meses más duros del confinamiento los familiares no pudieron despedir a sus seres queridos por motivos de seguridad. En abril no se utilizó ni una sola sala, dado que se reservaron para mantener a los cadáveres. Tampoco se permitió celebrar ceremonias. Las limitaciones fueron variando. Al principio, se limitó a diez personas salvo que el fallecido fuese una víctima del covid-19 porque había que aplicar un protocolo especial y no se permitían ni funerales ni velatorios porque, aunque ya fallecido, hay que seguir respetando la cuarentena.

Sin embargo, desde el primer momento se apreció una drástica reducción en el número de ceremonias y velatorios. Mientras que la media es de 12 despedidas al día en Torrero, se redujeron a 7 en marzo e incluso a cinco en mayo. Ahora vuelven a celebrarse con cierta normalidad.