Una nueva tormenta de verano ha vuelto a sumir a la capital aragonesa en un caos. En esta ocasión no hubo fuertes rachas de viento que derribaran árboles -seis en esta ocasión frente a los 220 del pasado domingo- pero los 33 litros por metro cuadrado en forma de lluvia anegaron varias calles, garajes y comercios de la ciudad. La zona más afectada fue, en esta ocasión, el barrio de Miralbueno, aunque en vías como Galán Bergua, en Delicias, los vecinos volvieron a comprobar el problema de alcantarillado de la zona. Por suerte, no sufrieron las mismas inundaciones que a inicios de julio. En total, los Bomberos de Zaragoza llegaron a atender un centenar de servicios, principalmente, achiques de agua.

Todo el valle del Ebro estaba en alerta por fuertes precipitaciones. Una previsión que se cumplió con creces a partir de las 3.00 horas cuando la fuerte tromba llegó incluso a inundar un tramo de la N-232 y el scalextric de la avenida Navarra, próximo al centro comercial Agustua. Esta carretera en dirección Logroño llegó a estar cerrada durante siete horas y varios vehículos se quedaron atrapados en medio de las balsas que se conformaron en poco tiempo.

RAPIDEZ/ En las proximidades, en el barrio de Miralbueno, sus vecinos no pudieron conciliar el sueño tal y como deseaban. María José Esquinas, que reside en la calle Acacias número 10, fue una de ellas. «Empezó a llover normal, pero de repente nos asomamos y vimos que la calle se llenaba de agua, por lo que pensamos en sacar nuestro coche», recordaba, mientras añadía que no les dio tiempo puesto que se fue la luz de todo el barrio y la persiana se quedó bloqueada.

«Nuestro turismo, al igual que el resto, son ya siniestro total porque el agua los ha cubierto», lamentó esta vecina.

Una situación muy similar se vivió en una calle cercana, en Ángel Jaria número 19, la bomba de achique no pudo ejercer su función por la falta de suministro. Uno de los afectados, Fernando Andrés, recordó que «no es la primera vez que pasa en esta zona» y lo achacó «a la red de alcantarillado, que está diseñada para un barrio de parcelas y no de edificios como los actuales».

Una protesta que elevaron varios vecinos de esta zona, quienes advirtieron al ayuntamiento que van a movilizarse porque «siempre que llueve hay que echarse a temblar en esta ciudad», apostilló Fernando Ruiz.

El agua no solo anegó garajes y trasteros, sino que también provocó daños en negocios como el de Carlos Domínguez, Eléctricas Domínguez; o el de Sergio Losilla, Digital Home Made, cuyos locales amanecieron con hasta medio metro de agua en su interior. «Han quedado inservibles servidores, ordenadores, mobiliario y hasta se han estropeado los rodapiés que fueron cambiado tras la última tormenta», añadió Losilla.

En la calle Lagos de Coronas la fuerza del agua fue de tal intesidad que desplazó un muro junto a un garaje. El barro de un campo contiguo anegó todo el aparcamiento, afectando a los coches estacionados.