El nuevo sistema de refrigeración mediante agua subterránea consta de tres conductos de 400 milímetros de diámetro, dos de ellos para la captación, y un tercero para devolverla al subsuelo. Este mecanismo funciona de forma parecida a las antiguas torres de refrigeración, con la única salvedad de que se trata de un sistema cerrado y, por lo tanto, no hay salida de agua en forma de aerosoles al exterior (y este es el vehículo en el que viaja la legionella). Lo que se consigue con el agua de subsuelo, que sale desde 26 metros de profundidad y a unos 15 grados de temperatura, es llevarla a unas placas anexas a las máquinas de climatización del hospital, que se calientan por el propio uso, y enfriarlas. Después, el agua se libera por el tercer conducto del sistema, volviendo al subsuelo.La única duda sobre este mecanismo es que haya un caudal de agua suficiente en el subsuelo de los terrenos del Clínico. Los datos aportados por la CHE al Salud indican que esta forma de enfriamiento es posible. La cantidad de agua necesaria para el funcionamiento del sistema es de unos 300 metros cúbicos por hora.