La pandemia de coronavirus ha privado a mucha gente de lo poco que tenía. En el barrio zaragozano de Valdespartera, algunos jóvenes suelen disfrutar de este atípico verano con partidos de fútbol en la pista de la parroquia. Aunque más bien, lo hacían, ya que el retroceso a la fase 2 en la capital aragonesa ha provocado que este tipo de espacios cierre, y con ello se limite, al máximo, lo mínimo con lo que allí cuentan los jóvenes.

«Una franja de entre 12 y 16 años y otra de 16 en adelante, vienen a las pistas a jugar porque no hay otra alternativa», asegura el párroco, Antonio Moreno.

Adrián Bautista, de 18 años, es uno de estos chicos que han tenido que sustituir el deporte por ir a tomar algo, sentarse en un banco a hablar o simplemente ir por el barrio. Este es su nuevo ocio desde que la pista de la parroquia está cerrada, además del potrero, al que normalmente no suelen acudir porque «no está en buenas condiciones», según Bautista. Sin embargo, el problema viene de antes de la pandemia. «No disponemos de un pabellón y hay vecinos que se quejan cuando jugamos en la pista», manifiesta el joven.

Los padres, cuyas quejas llegan al párroco, dicen que «los chavales no tienen nada». «Es necesario cuanto antes una instalación municipal que de respuesta a estos barrios», apunta. Y subraya que «por muy dura que sea la situación presupuestaria, lo que no paguemos en prevención, lo pagaremos en conflictos sociales».

Asimismo, en época estival, los chicos y chicas se solían ir a sus pueblos, pero no es el caso en este año, lo que agrava la situación. En una zona como el distrito sur, con una población infantojuvenil de casi 11.000 personas, sí se dan actividades, que por ejemplo son promovidas por las asociaciones, como patinaje, jota o coro. Pero no resulta suficiente, porque hay quienes se quedan fuera de ellas.

Las promovidas por el grupo scout Lumière son la única alternativa para algunas familias. «Muchos padres nos dicen que el sábado es la única opción para que hagan algo los chicos», comenta Ramón Pérez, jefe del grupo. Según Pérez, «los jóvenes básicamente no tienen nada», «eso es lo que nos dicen los padres», indica. Cree que el problema sobre todo es para los adolescentes y considera que hay una falta de instalaciones públicas. «La mayoría se bajan al parque El Libro de la Selva, que tiene más espacio, pero tampoco tienen una zona con buenas instalaciones de calistenia, que está de moda ahora», lamenta.

Fuentes del ayuntamiento afirman que hay una falta de equipamientos derivada de ser un barrio joven, son conscientes de las necesidades y están pendientes de una reunión con los vecinos para avanzar en ciertos proyectos.