La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ha licitado un contrato para evaluar la situación ecológica del río Guadalope entre los embalses de Santolea y Calanda (Teruel). Esta decisión se ha tomado tras haberse detectado más turbidez de lo habitual así como una acumulación mayor de sedimentos que se han podido producir por los trabajos de recrecimiento de la presa de Santolea.

Según explican desde el organismo de cuenca, el objetivo de esta licitación es completar los trabajos que ya ha realizado la confederación, aunque intensificando el seguimiento del estado ecológico en el río.

La campaña se va a realizar tras detectarse el incremento de turbidez y la aportación de sedimentos como efecto de los trabajos de recrecimiento del embalse de Santolea, una obra que ha sido ejecutada por la sociedad estatal Aguas de las Cuencas de España, AcuaES y que cuenta con un presupuestos de 24 millones de euros.

El contrato consiste en el desarrollo de cuatro campañas para la toma de muestras y la determinación de macroinvertebrados y parámetros físico-químicos de interés en cinco puntos.

Se realizarán además determinaciones in situ de pH, temperatura, oxígeno, conductividad y turbidez y se tomarán muestras para análisis de amonio, sólidos en suspensión y macroinvertebrados bentónicos, según explicaron.

Estas campañas, según recordaron desde el organismo, responden a los compromisos adquiridos por la CHE con todos los implicados y afectados en relación al recrecimiento del embalse de Santolea, en las reuniones mantenidas en Teruel, el pasado 26 de marzo y se suman a las ejecutadas por los demás implicados.

El recrecimiento de esta presa se inició el pasado mes de abril. Los trabajos se prolongarán durante 32 meses, es decir, que finalizarán en el verano del 2021, y permitirán aumentar la capacidad de la balsa hasta más del doble de lo que almacenaba hasta ahora.

Así, esta gigantesca presa pasará de disponer de una capacidad de unos 100 hectómetros cúbicos a más del doble, lo que se convertirá en un balón de oxígeno para los regantes del Bajo Aragón, una zona con una alta demanda de agua para los cultivos de la comarca.