Los terremotos que sacudieron el este de Navarra en la medianoche de ayer y que causaron escenas de pánico en Pamplona han reavivado el debate sobre la seguridad de las obras del recrecimiento de la presa de Yesa, en el límite con la comunidad de Aragón, que cuentan desde su inicio con una fuerte oposición social. Los deslizamientos registrados años atrás en la ladera en que se apoya el estribo derecho del dique han puesto en alerta a los movimientos ecologistas y a los vecinos de las localidades situadas aguas abajo.

Sin embargo, la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), de la que depende la infraestructura, aseguró ayer que el primer seísmo, de 4,6 grados, y las tres réplicas que se produjeron a continuación no tuvieron ninguna incidencia en la presa construida ni en la que se encuentra en fase de construcción.

El organismo de cuenca recalcó que los diques de todos sus embalses están realizados siguiendo las normas de sismorresistencia «presentes y futuras». Y subrayó que, siguiendo el protocolo establecido, los equipos técnicos de cada infraestructura revisaron las presas existentes en la zona afectada por el terremoto, entre ellas el embalse de Yesa, y no encontraron ningún desperfecto.

Pero el geólogo Antonio Casas, de la Universidad de Zaragoza, advirtió de que las presas de Yesa, la nueva y la antigua, no están concebidas ni diseñadas para resistir terremotos de una magnitud extraordinaria. Como ejemplo puso «el seísmo que se produjo en 1924 en el pueblo de Martes, en la canal de Berdún, donde se encuentra el embalse, que alcanzó ocho grados en la escala de Richter y derribó varias casas».

"Medidas más drásticas"

«Las infraestructuras hidráulicas, como Yesa y el cercano embalse de Itoiz, se diseñan de una forma un tanto alegre, pensando que es muy poco probable que se registren temblores que los puedan poner en peligro», añadió el experto. «No se contempla el peor escenario posible», insistió Casas, que pidió extremar las medidas de precaución. «Existe el problema del deslizamiento de las laderas, que se tiende a minimizar, cuando se tendrían que tomar medidas bastante más drásticas», añadió.

El geólogo señaló que Yesa y Lizoáin, la localidad navarra donde se situó el epicentro, no están en la misma falla, pero aun así recomendó «no bajar la guardia» frente al fenómeno de la sismicidad en el Pirineo, «pues todavía hay muchos aspectos sin estudiar».

Por su parte, en la CHE manifestaron que Yesa «es la presa más alejada del epicentro del terremoto», en la zona geográfica donde este tuvo incidencia. Además, subrayaron que las los diques cuentan con planes de emergencia, que son obligatorios una vez en explotación, y que cubren riesgos como las crecidas, los seísmos y otras eventualidades. «De hecho las presas se auscultan y se controlan de forma continuada», agregaron.