--Después de 31 meses de diputado en el Congreso, ¿qué sensaciones le deja la legislatura?

--Ha sido una legislatura vertiginosa y ciertamente apasionante. Hemos vivido acontecimientos históricos y la sensación es que esta legislatura pasará a la Historia como un cuatrienio negro. La profundización de los problemas por la crisis, el empobrecimiento de la sociedad o la involución de derechos sociales, ciudadanos y democráticos están siendo brutales y no parece que la voluntad de este Gobierno sea cambiar. Creo que estamos en una decadencia global del sistema de la transición y se sigue sin querer dar la palabra a los ciudadanos. Creo que esto no va a parar hasta que estalle.

--Ha presentado centenares de iniciativas. El hecho de que haya una mayoría absoluta y muchas de sus propuestas no hayan prosperado, ¿qué sensación le deja?

--Me gusta llegar a acuerdos. No me gusta el frontón en el que a veces se convierte la política parlamentaria. Pero con esta mayoría absoluta ha sido casi imposible encontrar el acuerdo, a pesar de que casi siempre he tratado de llevar iniciativas que tienen unanimidad en Aragón. Me ha entristecido ver a diputados aragoneses votar en contra de los intereses de Aragón, a veces incluso en contra de lo que su propio partido dice en las Cortes. Además, he constatado que el reglamento del Congreso --a diferencia del de las Cortes-- blinda el bipartidismo en la Cámara menos bipartidista de la Historia. Mi grupo, La Izquierda Plural, no era minoritario, y a pesar de ello ha estado constreñido a un cupo, lo que hace difícil presentar iniciativas de actualidad.

--¿Qué tal el encaje de CHA en un grupo, La Izquierda Plural formado en su mayoría por diputados de IU?

--Estoy muy satisfecho y muy orgulloso de la experiencia. Creo que hemos hecho Historia con el trabajo que hemos hecho en el Congreso y va a permitir que los tiempos cambien y ha demostrado que hay otra forma de hacer política de izquierdas. La relación con los diputados es estupenda, hemos trabajado muy a gusto, sabían que mi espacio principal era defender los intereses de Aragón y luego sumar a la izquierda. Han entendido mi especificidad, me la han respetado y hemos trabajado en equipo muy bien. Agradezco públicamente la labor del portavoz del grupo, José Luis Centella.

--¿Es partidario de reeditar la coalición con IU en las próximas elecciones?

--La gente está pidiendo que la izquierda se siente y busquemos acuerdos sin que nadie se levante de la mesa. La izquierda se debe poner de acuerdo. Tenemos causas comunes y también se debe entender que partidos con una implantación y una historia propia sean celosos de su identidad. Por ello, debemos buscar fórmulas que preserven la identidad de cada cual. Me parece interesante que se siga trabajando en esta línea. Otra cosa es que sea fácil, pero uno de los mensajes de las elecciones europeas fue ese y todos lo entendimos.

--¿Ha cerrado ya todo el relevo con su sucesor, Álvaro Sanz?

--En estos dos años y medio hemos estado en permanente contacto y hemos aprovechado para intercambiar impresiones que se han intensificado en este último mes y pico. Está todo cerrado ya para que Álvaro Sanz sea nuevo diputado el 8 de julio.

--¿De qué iniciativa se siente más orgulloso?

--En general puedo estar muy orgulloso de todas. He señalado el déficit de inversiones en Aragón, el de financiación o los problemas de la despoblación. He intentado hacer pedagogía, para que Aragón sea tenido en cuenta en un Estado plural. Hay que hacer un gran esfuerzo en ese sentido. Me he sentido muy orgulloso de que saliera adelante un plan de rescate de las librerías. Las librerías son mucho más que tiendas de libros. En Zaragoza lo sabemos bien, y lamentamos la pérdida de algunas como el Pequeño Teatro de los Libros, que hacía un trabajo impresionante y al final tuvo que cerrar. Hemos dejado sobre la mesa que pueden recibir ayudas y que no vuelva a ocurrir lo que ha pasado con el Pequeño Teatro de los Libros.

--¿Y su peor momento?

--Hubo un pleno especialmente desagradable, en el que se aprobaba una serie de medidas bárbaras contra los ciudadanos. Había una tensión y un ambiente terrible. Fue el día en el que la diputada del PP Andrea Fabra dijo eso de que se jodan los parados. El debate coincidía con la protesta de los mineros y fue un desahogo salir de allí y acudir a la manifestación ante tanto aire impuro.

--¿Cómo ha llevado ser el sucesor de Labordeta?

--La responsabilidad era mucha, pero he contado con alguien como Paco Pacheco, que trabajó ocho años con él en el Congreso y que es alguien imprescindible. Teníamos esa experiencia y hemos podido hacer cosas que antes no pudimos, como darnos absolutas palizas viajando por Aragón los lunes y los viernes que no estábamos en Madrid e incorporar las redes sociales, algo fundamental para romper fronteras y nos ha permitido una difusión que en la época de Labordeta no existía.

--¿Qué hará a partir de ahora? ¿Seguirá en la política activa, retomará la escritura?

--No tengo ni idea, estoy en expectativa. Seguiré pendiente del Congreso, aunque en otro plano. Me voy a dedicar a aspectos que he dejado un poco de lado estos últimos años, como mi familia, mis amigos y, por supuesto, la escritura.

--¿El Congreso puede inspirarle una novela negra?

--Desde luego, es una fuente inagotable de ideas, y tengo alguna que otra para una próxima novela que espero no tardar mucho en escribir. El escenario social es absolutamente demoledor y los personajes y acontecimientos también.