"Aaa. ¡Vamos todos! Aaa, es como cuando alguien nos ha contado algo y ya sabemos de que trata, aaa, aaa...". Con explicaciones de este tipo y con la ayuda de una chuleta fue como Xiao Ping intentó acercar su idioma, el chino, a cerca de un centenar de personas de distintas edades que, hasta ayer, el chino les sonaba a chino.

Con este taller de caligrafía se inauguraron por la tarde las primeras jornadas orientales organizadas por la Universidad de Zaragoza, que tendrán lugar a lo largo de esta semana en el colegio Mayor Santa Isabel. Hasta el próximo jueves se proyectarán películas como Tigre y Dragón o El pequeño Buda , habrá charlas sobre el Himalaya o la medicina tradicional, se realizarán exhibiciones de tai-chi y se preparará una degustación de platos típicos. "Esos lugares nos son conocidos y desconocidos a la vez, lo que pretendemos es dar unas pinceladas para intentar acercarnos un poco más", explicó la directora de Estudios Culturales de la Universidad, Ascensión Hernández.

Tres minutos después de la presentación, Xiao Ping ya había roto el muro que lo separaba de sus alumnos y todos cantaban el alfabeto chino. Una primera lección que a los asistentes no les resultó tan complicada para empezar. "A, pe, tsie, te...", corearon todos entre risas y con miradas de circunstancia, sin perder de vista la chuleta ni el profesor.

Y de lo general a lo puntual. "Una cosa es aaa y otra a". Con movimientos rápidos y explicaciones que en parte comenzaron a perderse en el aire, Xiao escribió los distintos sonidos de cada una de las vocales en la pizarra, porque la ´a´ puede pronunciarse de cuatro formas diferentes y la ´u´, de ocho. "Yo ya me perdido", aseguró entre risas Ester, de 23 años, estudiante de Veterinaria que se había animado a participar en estos actos atraída por lo exótico. "Es un cachondeo...", añadió otro asistente, Javier, de 33 años.

Pero Xiao no perdía el tiempo ni la energía. En media hora ya impartía la tercera lección: "Hola se dice ni jau, ¡ni jau!, venga todos, ¡ni jau!". "Para aprender a escribir y a hablar chino hay que manejar 4.000 caracteres", informó Xiao. "Mucha gente empieza pero luego se desanima porque es difícil", contó este maestro, quien lleva 16 años en Zaragoza, 9 de ellos enseñando su lengua natal. "Ahora, en 87 países se está aprendiendo nuestro idioma y 70 empresas españolas tienen relación con China", precisó este hombre, que con sus hijas habla tanto chino como español.

El contacto directo con personas del lejano Oriente es el que le ha impulsado a Kiko, trabajador del Insalud, de 50 años, ha participar en estas jornadas. "Me parece que resulta bueno tener algún conocimiento de la cultura china", manifestó Kiko. "En mi trabajo cada vez me relaciono más con personas de allí y, también, sería conveniente aprender algo de los países del Este, de Rumanía en especial". Pero entre tanto, Kiko y el resto de sus compañeros siguieron desvelando con la ayuda de Xiao Ping unos signos que hasta ayer les resultaban impronunciables.