Un camionero rumano se enfrentó ayer en la Sección Tercera de la Audiencia de Zaragoza a una pena de ocho años de cárcel por violar supuestamente a una prostituta que ejercía en el polígono industrial de Cogullada, en Zaragoza, en septiembre del 2017.

La mujer, de nacionalidad búlgara, mantuvo en la vista oral que C. U., al que ofreció sus servicios, la obligó a realizar una felación y después la penetró vaginalmente en la cabina del camión sin usar preservativo, pese a que ella se opuso.

«No la amenacé ni discutimos y le dejé encima de la mesa auxiliar del vehículo los 20 euros que ella me pidió por hacer un completo», explicó el chófer, que se dedica a transportes internacionales y estaba en Zaragoza de paso.

La denunciante aseguró en la vista oral que conoce al camionero desde hace tres años (extremo que él niega) y que acabó aceptando realizar el servicio «sin goma» porque sintió «miedo». Manifestó que abandonó casi desnuda el vehículo y que una compañera suya tomó nota de la matrícula del camión del supuesto agresor, que así pudo ser detenido. Además dijo que el acusado no le pagó nada.

NINGUNA LESIÓN / Los agentes de la Policía Nacional que acudieron al lugar de los hechos declararon que la mujer les dijo que el chófer la había «forzado sin usar preservativo». Añadieron que la denunciante «no se contradijo».

La forense que la entrevistó tras los hechos señaló que, a la vista de la exploración ginecológica realizada con anterioridad, la denunciante «no presentaba ninguna lesión en la zona genital, ni interior ni exteriormente».

A preguntas del abogado defensor, Juan José Redondo, la forense aseguró que «no hubo violencia» en la relación. El letrado solicitó la absolución del camionero alegando que la mujer había dado su «total consentimiento» al acto sexual. «No ha quedado acreditado el uso de la fuerza», subrayó Redondo, que indicó que la ropa de la denunciante no presentaba roturas y que al ser explorada físicamente tampoco se hallaron lesiones.

El fiscal mantuvo que la mujer realizó los servicios «contra su voluntad», dado que su condición era que se usara preservativo, y que se opuso a ser penetrada analmente.

El camionero, por su parte, tomó la palabra al final del juicio para manifestar que no entendía por qué se le acusaba de unos hechos tan graves. «Yo soy incapaz de hacer esas cosas», insistió.