Ni el más guapo, ni el más grande, ni el más viejo, el concurso del Árbol Europeo del Año busca el ejemplar más querido por la gente y, por primera vez, se presenta uno español: un chopo cabecero que vive desde hace 250 años en Teruel.

En el sur de Aragón, chopo cabecero es el nombre popular que recibe el álamo negro tras ser sometido a una poda periódica para obtener madera, combustible y forraje. Por el tipo de poda suele engordar la parte superior del tronco, de ahí su nombre.

En el Árbol Europeo del Año, a diferencia de otros concursos, no es importante la belleza, el tamaño o la edad sino la historia y la conexión con las personas; se buscan árboles que se han convertido en una parte integrante de la comunidad en su sentido más amplio.

El árbol de Aguilar del Alfambra (Teruel), un pueblecito de 25 habitantes, eligió un ejemplar "muy alto, muy sano, aunque no el más grueso, al que la gente tiene gran cariño", afirma a EFE el profesor de Secundaria Jaime Loren, del Centro de Estudios Comarcales del Jiloca.

Este centro y la asociación Aguilar Natural, integrada por muchos jóvenes que se vieron obligados a emigrar, han sido los artífices de la candidatura al concurso europeo. Detrás ha habido mucho esfuerzo, trabajo y pocos medios.

El territorio turolense posee las mayores concentraciones de Europa de este tipo de choperas y sólo en Aguilar hay alrededor de 4.700. El seleccionado fue el primer chopo cabecero recogido en el catálogo aragonés de Árboles Singulares.

Aunque el chopo negro tiene una amplia distribución en Europa, en su forma de trasmocho no es nada de habitual. Solo se conoce la presencia de formaciones forestales de relieve en Inglaterra, Hungría, Turquía y España.

Desde hace seis años, Aguilar del Alfambra celebra la Fiesta del chopo cabecero, a la que acuden visitantes de otras muchas comarcas. "Aman los álamos viejos y los paisajes poco espectaculares pero de mucho sabor del sur de Aragón", añade el profesor.

Documentos medievales recogen que de estos árboles trasmochos se obtenía madera, leña y forraje; eran el trabajo y el escenario de la vida de los campesinos.

Los impulsores de su candidatura son conscientes de hasta donde pueden llegar, porque la competencia es enorme: "esto no es el drago de Tenerife, pero también queremos apostar por lo pequeño y lo desconocido. En Teruel hay árboles muy viejos y grandes y hermosos, pero nosotros hemos querido precisamente reequilibrar y esto es una ocasión".

En el concurso participan miles de personas de catorce países y la votación tendrá lugar entre el 1 y el 28 de febrero.

Será secreta y en la web treeoftheyear.org no se publicará el número de votos real hasta el 5 de marzo, fecha en la que se dará a conocer el árbol ganador.

Cada persona puede votar solo una vez por medio de su correo electrónico.

Entre los ejemplares que se presentan figura el Árbol del Clavo (Voeren, Bélgica), un castaño al que se consideraba mágico en la Edad Media; el Árbol Solitario de Llanfyllin (Gales), un majestuoso pino albar, y el roble plantado en el centro del campo de fútbol de la localidad de Orissaare (Estonia).

El "Viejo Olmo" de Sliven (Bulgaria) ganó en 2014, con 77.526 votos computados.

La asociación Aguilar Natural también ha presentado al Gobierno de Aragón un proyecto de parque cultural, vinculado a los chopos.

Desde el siglo XVIII se vienen introduciendo en Europa diferentes variedades, subespecies y especies de chopo alóctonas que han relegado a las variedades locales del chopo negro euroasiático.

Los chopos que hoy se plantan y, los que nacen espontáneamente en las riberas, contienen una proporción notable de genes de las variedades foráneas.

El papel del chopo cabecero como reservorio puede ser importante.

Su cultivo secular y la edad de bastantes individuos (próxima a los 300 años), evidencia que se trata de ejemplares con un material genético no afectado por la contaminación genética al ser anterior a la introducción de las variedades y especies exóticas.

Hoy esto es muy escaso en Europa y realza el interés de los viejos chopos trasmochos.

El chopo cabecero es abundante en la zona centro y noroeste de la provincia de Teruel, especialmente en las cuenca alta del Martín, Guadalope, Alfambra, Aguasvivas, Huerva y Jiloca.

Se extiende hacia el oeste de la provincia de Zaragoza por la extensa cuenca del río Jalón, en la de Gallocanta y el Mijares, aunque ya son masas discontinuas y localizadas.