Cipriano Gil es de Alcaine y ha vivido allí toda su vida. Desde que tenía doce años se ha dedicado al pastoreo del ganado y en septiembre le va a cumplir 67. Durante los primeros años de profesión, un vecino suyo, pastor también y algo mayor que él, le enseño a tocar la chuflaina para pasar los ratos en el campo, "que se hacen muy largos", asegura Cipriano.

Pero la gaita o chuflaina que toca este hombre, no es una flauta común sino que Cipriano las confecciona a partir de huesos del ala de buitre. Desde que era pequeño, Chipriano acostumbra a buscar restos de aves carroñeras por el monte. Cuando las encuentra muertas, les corta las alas, si bien, señala este pastor, muchas veces están los huesos limpios, lo que le permite librarse de su mal olor.

Para confeccionar la chuflaina, Ghipriano despluma primero el ala y a continuación deja el hueso limpio, tanto por fuera, con estropajo, jabón y lejía, como por dentro, con un limatón redondo para sacar el tuétano. Luego pone los huesos a remojo para hacer los seis agujeros delanteros y uno detrás, ya que si se hacen con el hueso seco se rompen. A veces también los decora con motivos geométricos y otros los deja limpios y lisos.

La confección de aerófonos de hueso natural se ha desarrollado en distintas etapas de la historia y buena muestra de ello se puede encontrar en distintos lugares de la geografía europea. En el País Vasco hay vestigios pertenecientes al paleolítico superior, en Portugal se han encontrado del periodo romano, en Madrid del visigodo y, del islámico, en Zaragoza, Albarracín, Salamanca y Guadalajara.

Así pues, la técnica de confección de instrumentos musicales de aire con huesos de animales, y en este caso de buitres, que tienen el hueso más largo que otras aves, supone una continuidad de técnicas ancestrales que han perdurado a lo largo de la historia.

Cipriano cuenta que muchas personas se han interesado por su habilidad y que, incluso, en una ocasión, un grupo de arqueólogos de Portugal fueron a Alcaine para ver como hacía los instrumentos. Pero este pastor no solo confecciona chuflainas, sino que él mismo las hace sonar. Todavía quedan vestigios del pasado, y gracias a personas como Cipriano, algunas de estas tradiciones siguen vivas.