L a Audiencia Provincial de Zaragoza condena a cinco años de prisión a Brayan Millán Gálvez por matar a golpes a Lamine Gueye, cuando fue a su casa del barrio de Delicias a comprarle marihuana, en mayo de 2013.

El magistrado-presidente del Tribunal Popular, Rafael Lasala, le impuso la condena máxima que solicitaba la Fiscalía, después de que los nueve hombres y mujeres del pueblo elegidos para este caso consideraran que no hubo intención de matar, sino unas lesiones que acabaron en un triste final. Se basaron en que "si hubiesen querido matarle, hubiesen llevado una pistola real u otra arma". Asimismo, en el veredicto razonaron que no hubo un asesinato premeditado porque cuando huyeron precipitadamente de la casa, se dejaron pruebas que fueron utilizadas por el Cuerpo Nacional de Policía en contra de ellos.

Aunque el jurado asumió los planteamientos del abogado de la defensa, Javier Osés, el juez entiende que el encausado "debió advertir el grave peligro que comportaba golpear a Lamine en el cráneo con la culata de una pistola, máxime si se hizo dos veces seguidos con la fuerza en la que se actuó". "Le hundió el cráneo las dos veces y eso requiere mucha presión final, esto es mucha energía cinética inicial sobre la pistola de hierro", apunta.

Brayan Millán Gálvez no fue el único condenado por este asunto, ya que sobre su hermano Junior pesa una pena de siete años de internamiento en un centro de menores y los dos amigos con los que viajaron de Calatayud a Zaragoza, Victoriano Marco Girón y Ovidio Andrei Daian, otros seis meses de cárcel como encubridores.

Los hermanos Millán discutieron con Lamine Gueye porque no tenían la droga que querían. La buscaron y hasta dispararon al aire dos veces para amedrentar a Lamine, pero eso no les fue suficiente debido a que le pegaron en la frente para conseguir reducirlo sobre la cama. Fue allí donde le remataron.

Al ver como sangraba, se asustaron, se quitaron las camisetas ensangrentadas y huyeron diciendo a sus amigos que les volvieran a llevar a Calatayud. Ya en esta ciudad, se enteraron que la víctima había muerto, por lo que pidieron viajar a Madrid, con los mismos chóferes, donde se escondieron unos días hasta que creyeron que todo se había calmado y que estaban seguros. Sin embargo, allí se les detuvo.