Rachid Belarabi ha sido condenado a cinco años y cinco meses de prisión por el homicidio imprudente de su hija M., en el 2014, cuando apenas contaba con un mes de edad, y por el maltrato al hermano menor de esta I., que también conllevó un delito contra la integridad moral de este último. Su mujer, Bouchra Sadki, ha sido penada con dos años y cinco meses, ya que no fue condenada por el homicidio (tres años) pero sí por las lesiones (cinco meses) y la integridad moral (dos años).

Así lo ha decretado el magistrado presidente del jurado popular que enjuició el caso, y que consideró que todos los hechos fueron cometidos por imprudencia grave, por no tener el más mínimo cuidado, no con dolo (intención). Atendiendo a este criterio, la petición de penas bajó de los 28 años para el padre que inicialmente pedía la Fiscalía hasta los 7 años y medio, y el juez ha optado por un término medio entre estos y el apenas año y diez meses de prisión que pedía la defensa, teniendo en cuenta que concurría la agravante de parentesco.

Además de las penas de prisión, el magistrado impone a ambos cónyuges un año de alejamiento respecto a su hijo I., al que también deberán indemnizar con 3.000 euros. Tanto este como una tercera hermana mayor, S., están bajo tutela de la DGA y, según fuentes consultadas, en trámites de adopción.

ZARANDEO

El jurado consideró probado que tanto la muerte de la menor como las lesiones de su hermano se produjeron como consecuencia del llamado síndrome del bebé zarandeado. Según el contundente informe de los forenses del Instituto de Medicina Legal de Aragón (IMLA), el fuerte movimiento brusco al que fueron sometidos ambos niños fue la causa de sus lesiones.

En el caso de la menor, que ingresó en el hospital Infantil el 10 de abril del 2014 y murió cuatro días después, con un mes de vida, presentaba una hemorragia en las pupilas que suele delatar este síndrome. La autopsia confirmó que tenía una hemorragia cerebral, fruto del movimiento de la masa encefálica por el zarandeo. Presentaba además tres golpes en la cabeza, en distinas zonas y propinados con al menos dos objetos romos distintos, por la forma de las lesiones. Este hecho se menciona, pero no fue la causa del fallecimiento, como apuntaron los propios forenses.

El mismo síndrome justificaría, según manifestaron los forenses y creyó el jurado, las 15 lesiones por las que el hermano pequeño, I., fue ingresado con dos meses de edad en el Infantil. Tenía ocho fracturas en las costillas, seis en las piernas y una en un brazo, igualmente compatibles con un fuerte zarandeo. El jurado incidió además en un hematoma en la espalda que también atribuyen al maltrato, al no creer que fuera por un chupete que se le quedó en la espalda.

Tanto la Fiscalía, que cree que los hechos fueron cometidos a conciencia, como la defensa, anunciaron que recurrirán.