En diez días terminarán los trabajos de derribo y limpieza del cine Avenida, el mayor de Huesca desde su fundación en 1967, y comenzará la construcción de 50 viviendas, un proceso que sus fundadores viven con "mucha nostalgia y bonitos recuerdos".

En 1998, la Fundación Pié Sopena recogió el testigo del empresario Anselmo Pié, quien inauguró la sala, con capacidad para 950 personas, con el objetivo de promocionar las artes escénicas y cinematográficas en la capital oscense.

La primera película que proyectó fue "Sonrisas y Lágrimas", la misma que se proyectó el día de su clausura, tras 40 años de actividad como uno de los cines más grandes y prestigiosos de Aragón.

Los escombros del Avenida han provocado "que salgan a la luz bonitos recuerdos" y "mucha nostalgia", ha dicho a Efe el presidente de la fundación, Manuel Pérez Lanuza.

Las 50 viviendas que comenzarán a construirse en enero "devolverán vida a un espacio que no ha podido recuperarse de ningún modo", ha explicado Lanuza, quien ha asegurado que se intentó hacer un proyecto de multi salas pero no lo permitieron.

Tampoco la débil demanda de los espectadores ayudó a buscar nuevos planteamientos para reflotar su actividad por lo que sus responsables han optado por "ser prácticos" y emplear el dinero proveniente de la venta de las viviendas en acondicionar el Teatro Olimpia en 2008, cuyas obras costaron más de 6 millones de euros.

Durante nueve años, desde 2005, cuando cesaron las proyecciones cinematográficas, el edificio que en su día dibujó el arquitecto Eduardo Cuello ha estado sujeto a peticiones diferentes de uso, un espacio para jóvenes o para organizaciones sociales.

"Un cine de ese tamaño no tiene viabilidad. Las grandes salas ya no tienen sentido en estos tiempos, pero a pesar de ello hemos intentado de todo, aunque no ha sido posible buscar otra vía para mantener su espíritu cinematográfico", ha reconocido Lanuza.