Dos altavoces, una tela recosida, varias cuerdas y un lío de cables hasta el proyector. Bienvenidos al cine a la fresca que los «irreductibles del 15M» montan todos los veranos en la plaza de la convivencia, junto al centro cívico del barrio de las Delicias. La película que se ha proyectado esta semana se encarga de «romper los mitos del amor romántico» y es la excusa perfecta para recuperar un modelo de ocio comunitario que se ha perdido hasta en los pueblos más pequeños.

La cinta que se proyecta es Una pistola en cada mano, de Cesc Gay. La hora anunciada para el pase son las nueve y media de la noche, pero aún no ha oscurecido lo suficiente y habrá que esperar para que comience la historia. Los voluntarios del colectivo, que se han encargado hasta de fabricar la pantalla con telas recuperadas, reparten palomitas, patatas fritas y ganchitos. Todo gratis. Lo que cuesta un euro simbólico son los vasos de refresco (que puede ser de marca Frixen dejando clara su voluntad anticapitalista) o la cerveza (que tendrá que ser Ambar: una cosa por la otra).

Muchachito Bombo Infierno cantaba eso de hacer el amor tras la cortina de un cine de verano, si tú, si yo. En este caso por la trasera de la pantalla lo que pasan son tres niñas en patinete y un par de chavales dando balonazos contra otro de los grafitis de la plaza. El público ya ha llenado las casi setenta sillas que han sacado del centro cívico, pero aún no es el momento de empezar.

José Victoria se encarga de promover y colaborar con la organización. «Los cines de verano siempre han sido populares en los pueblos, por eso desde la asamblea del 15M se nos ocurrió montar uno con temática social y política», dice. La asamblea del 8M y la asociación de hombres por la igualdad serán los encargados de presentar la cinta.

El gran taquillazo en todos estos años de proyecciones a la fresca ha sido el documental sobre la lucha por el agua en Bolivia, con la presencia del director incluida. «Se crea un gran ambiente, se lo recomendamos a cualquiera que quiera probar la experiencia, tenemos un buen número de vecinos que no se pierden ninguna de las cintas», reconoce.

Aunque la luz aún es intensa comienza la proyección. Las primeras escenas no se ven muy claras y el ruido de los autobuses que pasan por la rotonda de Vía Hispanidad no deja entender demasiado bien los diálogos. Pero a cambio corre un ligero bochorno y el ambiente no podría ser mejor. Una pareja saca dos bocadillos de una bolsa de tela blanca. «Nadie nos avisó de que esto iba a ser así, ¿no? Qué hijos de puta, ni un manual de instrucciones ni nada...», reflexionan en la pantalla Eduard Fernández y Leonardo Sbaraglia. La próxima cita será el jueves 11 de julio con la cinta 3.000 noches presentado por el foro Palestina Libre y el colectivo de apoyo a las mujeres presas en Aragón.