La primera operación salida del mes de julio, que marca el comienzo de las vacaciones de verano para un gran número de aragoneses, registra un incremento notable del flujo de vehículos en dirección a las playas del Mediterranéo, tanto por la autopista AP-2 como por la N-II, según fuentes del Centro de Gestión de Tráfico.

Sin embargo, a A-23 no experimenta un aumento significativo del paso de vehículos y Monrepós se mantiene en un nivel similar al de otros viernes. En el resto de carreteras, asimismo, la tónica es un movimiento parecido al que registran habitualmente.

Por otro lado, varios coches se han visto implicados a las siete de la tarde en una colisión múltiple sin heridos de gravedad en el kilómetro 260 de la A-2, en sentido Madrid. La calzada ha quedado expedita a las 20.555 horas.

Asimismo, la retirada de las señales de un camión que ardió el jueves en el kilómetro 308 de la A-2 ha ocasionado a las 21.00 horas de hoy un kilómetro de retención durante media hora en sentido a la capital de España.

Últimamente no se registran incidencias destacables en las salidas de Zaragoza, probablemente porque se está produciendo una marcha escalonada de los automovilistas, debido a que las vacaciones para muchas personas empezaron ya el pasado 1 de julio, que cayó en miércoles.

La circulación tarda en recuperar sus niveles anteriores a la crisis sanitaria, pero desde hace unos días han vuelto ya las retenciones en las afueras de Zaragoza en horas punta y en el entorno de centros comerciales.

Otra señal de que se ha reactivado la circulación rodada es que, según responsables del control del tráfico, han aumentado las averías y los accidentes con daños de chapa, que prácticamente desaparecieron en los días centrales del confinamiento.

«Con el calor han vuelto los típicos avisos de camioneros que llaman para decir que tienen problemas mecánicos», señaló ayer un miembro de un equipo de auxilio en careretera.

Asmismo, otro indicador de la mayor actividad en las vías de comunicación de la comunidad aragonesa es que se vuelven a producir accidentes ocasionados por animales que cruzan de forma repentina la calzada, que iban creciendo de forma sostenida hasta el pasado mes de marzo y que dejaron de hacerlo al aplicarse el confinamiento.

Una salida sin aglomeraciones

La estación Delicias estaba tranquila a primera hora de la tarde de ayer, pese a ser el arranque del primer fin de semana del mes de julio. Las salidas y llegadas de trenes AVE generaban cierto movimiento de viajeros, pero las colas no eran largas y, a ratos, cuando no había convoyes en los andenes, la enorme terminal quedaba semivacía.

La causa de este aparente parón en la actividad general es difícil de determinar y existen varias teorías para intentar explicarlo. «Es la crisis del coronavirus, la gente sale mucho menos», conjeturó Silvia, que trabaja en Belros, una tienda de golosinas de la estación ferroviaria. «Hace un año por estas fechas, entraba gente a comprar sin parar, y ahora, en cambio, hay muchos ratos en los que no pasa nadie», añadió.

Sin embargo, un empleado del Servicio Atendo, de información al cliente, explicó que, seguramente, la atonía se debe a que, al haber empezado el mes de julio en miércoles, las salidas se han ido escalonando mucho, hasta el punto de que no se han formado aglomeraciones en ningún momento.

Ayer la mayoría de los viajeros eran personas jóvenes de ambos sexos que se movían solas por la estación de autobuses y la de trenes, tirando de sus maletas con ruedas sin encontrar obstáculos a su paso. Genoveva quería ir a Logroño y preguntaba de qué andén saldría el regional, pues ese dato no figuraba en el panel informativo. «No, no soy turista, voy a casa de unos amigos a pasar el fin de semana», señaló.

Sin embargo, turistas hay. No se han volatilizado. «Se nota más movimiento que hace unos días», comentó Sonia, de la tienda Ale-Hop. «La gente entra y pregunta por flotadores, toallas, bikinis, sombreros de playa...», informó.

Quizá sería por la hora, pero lo cierto es que no se veían pandillas de amigos ni grupos familiares. Solo gente que iba sola y que parecía volver a su casa al término de su semana laboral.

Con todo, al AVE que se dirigía a Málaga subió un número apreciable de viajeros. «Pero las colas no son las que solía haber antes cada vez que salía un tren de estos», indicó un miembro del personal.

Y había signos desalentadores. Por ejemplo, la cafetería Lizarrán, situada en la zona de salidas, se encontraba cerrada. No había nadie en el interior del local, de grandes dimensiones, y en una estación sin una cantina el ambiente siempre se resiente.

Y lo mismo ocurría con la librería Relay, «cerrada por el covid-19», según rezaba el letrero que colgaba en el interior de su puerta de cristal. «Lleva mucho tiempo así», comentó un empleado de la terminal.

En la estación de autobuses resulta imposible guardar la distancia de seguridad. Los viajeros se arremolinan en torno a los autobuses que están a punto de partir. Aun así, Petru Frunza, chófer del autocar que cubre el servicio Zaragoza-Madrid, dice que no se nota el comienzo del primer turno de vacaciones veraniegas. "Llevo más o menos los mismos viajeros que hace unos días, no se nota la operación salida", comenta.

En el exterior, por la parte de llegadas, los taxis aguardaban en doble fila el desembarco masivo de viajeros que se produce cada que llega un AVE. «Se nota que, poco a poco, va aumentando el movimiento», explicó uno de los chóferes.

«Yo, en lo que va de día, he venido ya tres veces a la estación a traer viajeros con maletas», continuó. «Ahora bien», precisó, «no sabría decir si viajan por motivos de ocio o de trabajo». Distinguir entre unos y otros era ayer el quid de la cuestión.