El socavón de la casa azul , las grietas del colegio Baltasar Gracián... La inquietud se ha apoderado poco a poco en los últimos meses de los habitantes de Calatayud con la acumulación de casos de edificios que se ven afectados por problemas de cimentación. A nadie escapa ya que no pueden ser casualidades y menos, si se echa mano de la opinión de un experto de la talla del geólogo y profesor de la facultad de Ciencias de la Tierra de la Universidad de Zaragoza, Francisco Gutiérrez. "Calatayud es muy probablemente la urbe española donde los fenómenos de subsidencia causan más daños en los inmuebles". Esta es sólo una de las conclusiones a las que ha llegado Gutiérrez en un estudio reciente al que ha tenido acceso este diario.

Aunque a primera vista parezcan casos aislados, lo cierto es que un análisis minucioso revela que muchas construcciones de la ciudad presentan numerosas deformaciones en sus fachadas. En los últimos años, diversos monumentos y viviendas han sido demolidos por peligro de ruina y buena parte de los edificios presentan grietas, basculamientos o inclinaciones.

Precaución

Sólo en los últimos meses ha sido necesario el apuntalamiento de la Casa de la Juventud --plaza Joaquín Costa--, y de la Iglesia de San Andrés --junto al Teatro Capitol--, por precaución. A estos casos habría que sumar los que han tenido una mayor repercusión mediática como son la sima de la casa azul , un edificio de 50 viviendas que está abocado al derribo, y las grietas del Baltasar Gracián, un colegio de Primaria al que los padres se negaron a llevar a sus hijos.

Hay otros casos menores, pero significativos: la caída de un muro también en la calle del Baltasar Gracián o la aparición de una grieta en el paseo Cortes de Aragón.

Francisco Gutiérrez, a quien el ayuntamiento ha encargado un análisis geotécnico sobre la casa azul , ya trató en un estudio precedente las características del subsuelo de Calatayud. Gutiérrez se apoya además en otros estudios realizados desde 1975 para analizar las causas que están detrás de la problemática de los edificios.

En algunas zonas, como el antiguo cauce del barranco de la Rúa --ahora una calle principal-- los escombros depositados en épocas pasadas alcanzan los 6,5 metros de espesor. Según Gutiérrez, se trata de "materiales poco consolidados que pueden experimentar procesos de compactación provocando asientos diferenciales y daños en las construcciones".

Bajo los escombros se encuentran una capa de limos yesíferos con cantos calcáreos, un material poco resistente que experimenta además una reducción drástica de volumen con la adición de agua. Por ello, explica el profesor, resultan especialmente dañinas "las roturas o pérdidas en las conducciones de abastecimiento y de saneamiento". Un problema que, cómo deja constancia dicho estudio, se produce con cierta "frecuencia en la ciudad".