El clan familiar que a inicios de este año fue detenido por robar joyas en 62 viviendas de ancianos de toda España se enfrenta a ocho años de prisión. Es la solicitud de la Fiscalía para los siete acusados, de origen rumano, que operaban desde Zaragoza y a los que se les descubrió un importante parque móvil oculto en una nave de Alfajarín.

Aunque las denuncias iniciales superaron el medio centenar, la Fiscalía tan solo ha podido imputarles por 16 hechos delictivos, que son los que sus víctimas tuvieron la suerte de poder identificar las joyas encontradas en las viviendas de los encausados. Y es que parte de las alhajas intervenidas en los registros se encontaban aplastadas o con las piedras desengarzadas, ya que estaban preparadas para su posterior venta a peso. Todo ello, según reconoce la acusación pública, se realizaba para dificultar la identificación del propietario y la localización de dichos enseres.

Tampoco les puede imputar el delito de robo, ya que ninguno de los encausados pudo ser identificado como las personas que se hicieron pasar por asistentes sociales o miembros de oenegés para colarse en el interior de las viviendas y robar las joyas. Es por ello que les acusa de un delito de banda criminal y otro de autoblanqueo, por los que pide cuatro años de cárcel por cada uno de ellos. Varios de los encausados, defendidos por la abogada Olga Oseira, tienen antecedentes penales y condenas firmes por hechos similares e incluso por robos con violencia en domicilios.

El modus operandi que empleaban era siempre el mismo: ir a casa de octogenarios, principalmente varones, a quienes se les presentaban como trabajadores del ayuntamiento de la localidad en la que en ese momento actuaban. Tras realizar una supuesta inspección de limpieza, en un momento dado les solicitaban un vaso de agua para así despistar a sus víctimas. Posteriormente, las víctimas veían como les habían desaparecido joyas, cartillas bancarias y en una ocasión hasta una caja de caudales entera en la que había 5.000 euros. Durante todo ese momento, en los exteriores de las viviendas había miembros del clan que realizaban las funciones de vigilancia.

Después de dar el golpe, los autores emprendían la marcha en los coches que fueron intervenidos en Alfajarín. Algunos estaban a su nombre y otros al de terceros.