En una provincia con destacadas muestras de patrimonio histórico, Albalate del Arzobispo quiere que su castillo recupere su antigua proyección y sirva como nuevo acicate turístico para la comarca del Bajo Martín. Esta joya del gótico aragonés está ubicada en una pequeña meseta sobre un altozano, enclave en el que hubo en principio una fortaleza musulmana de la que no quedan restos. En 1149 Ramón Berenguer IV donó tanto la villa como la fortaleza al obispo de Zaragoza, así que desde esa fecha fue también la de residencia temporal de los prelados de la sede zaragozana.

Para reforzar tanto el uso social como turístico del monumento, el Gobierno de Aragón ha presentado esta semana un plan director en el que se recogen inversiones por valor a 2,4 millones de euros. De esta forma, en colaboración con el consistorio de la localidad, se garantizan actuaciones en la fortificación islámica y otras zonas del recinto.

En el castillo destacan como elementos arquitectónicos más trascendentes los bellos ventanales góticos, y la iglesia con su torre mudéjar. Se ha perdido sin embargo en ese emplazamiento el patio de armas, la primitiva iglesia de los santos Justo y Pastor, y las casas de servicio de una fortaleza que ha sufrido frecuentes asedios.

Además de como enclave militar y de vivienda del arzobispo, el monumento fue usado para albergar a enfermos de peste en el siglo XVII, como cuartel en las guerras de Sucesión, de Independencia y carlista, como depósitos de agua de Albalate, e incluso como cárcel en época de la II República y la guerra civil. Fue declarado Bien de Interés Cultural en 1980 y en los últimos diez años se han invertido en él casi 250.000 millones de euros. Más de la mitad en la presente legislatura.

Este plan director ha podido financiarse gracias a las subvenciones que reciben los parques culturales, como una manera de favorecer el desarrollo de los municipios que los integran. En concreto, el del Río Martín se articula en torno al tramo medio del río, donde a lo largo de los cañones y barrancos se agrupan más de cuarenta abrigos con arte rupestre prehistórico. A ellos se unen importantes monumentos mudéjares, poblados y fortificaciones ibéricas, ermitas, neveras o lavaderos tradicionales.